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Continuación II

Los Lafkenche y el Nuevo Trato

El Pueblo Mapuche es una sociedad precolombina que se ha desarrollado en parte del territorio que actualmente ocupa el Estado chileno, siendo el Pueblo Mapuche el primer habitante y ocupante del territorio que comprende del río Bio-Bio a la Isla de Chiloe, territorio en el cual han sabido vivir en armonía con la naturaleza, hecho que se ha convertido en referencias y cimiento de su filosofía de vida.

Que, ha nivel regional, en la provincia de Arauco, los lafkenche han introducido sus costumbres y formas de vivir y convivir, modelando segmentos importantes de la población chilena, aspectos que hoy forman parte de una sociedad costera que habita su propio lafkenmapu, su territorio.

Por lo tanto:

"El Estado chileno, unitario en la diversidad, reconoce su carácter pluricultural y multi-étnico y con ello al pueblo mapuche y sus Identidades territoriales, como cimientos primogénitos de Chile".

Estos aportes, claramente distantes con lo propuesto por el Gobierno el 16 de abril 2004, pueden ser calificadas de formulas afirmativas del carácter plural del Estado.

Fuera de eso, un reconocimiento constitucional debería ser acompañado de una nueva norma jurídica que defina los alcances, las disposiciones, los grados de competencias, los deberes y objetivos de un territorio autónomo que se establezca, y que definitivamente, supere la actual Ley indígena 19253 y la Ley orgánica municipal.

VI. EL CONVENIO 169 DE LA O.I.T.; Una norma jurídica de regulación de la nueva relación

En Chile, las normas jurídicas que tratan y han tratado el tema mapuche, siempre han carecido de profundidad en el análisis contextual de lo que es realmente la republica.

La norma indígena 19.253, que rige actualmente los destinos de las relaciones mapuche y Estado chileno, no escapa ha esta regla general, sigue siendo una norma de alcance relativo, ya que ni siquiera incluye en su articulado el concepto de pueblo, menos concibe la autonomía mapuche en sus espacios ancestrales.

Ante este vacío jurídico, el Convenio 169 de la O.I.T., reúne una cierta cantidad de aspectos positivos que permiten encontrar en un momento determinado, un consenso, entre pueblos indígenas y Estado.

Se puede decir esto porque el Convenio en sus disposiciones fundamentales fortalece el respeto y reconocimiento de los valores tradicionales de los pueblos indígenas, ya que permite consolidar una argumentación de los conceptos relativos a la tierra y territorios, introduciendo al mismo tiempo disposiciones sobre los recursos naturales en tierras que les pertenecen.

El derecho a la auto-identificación, queda establecido en su articulado y de ello se afirman muchos para declararse mapuche Lafkenche, originarios de un territorio que determina una de las identidades mapuche.

Por intermedio del mismo convenio se pueden abrir compuertas que permitan decidir en sus espacios territoriales, sus propias prioridades en materia de desarrollo.

El Convenio 169 es un instrumento jurídico internacional, adoptado prácticamente por todos los países Latinoamericano, por lo que se siente como un gran atraso ante el mundo moderno y sus nuevas disposiciones, en materia de leyes internacionales, el hecho que Chile no logre su aprobación interna respectiva.

Sin ser el instrumento jurídico ideal, en materia de derechos indígenas es el que mejor juega un rol intermediario entre la integración impulsada por los Estados y la autonomía que aspiran construir los pueblos indígenas.

En definitiva, su adopción en un marco jurídico interno de una nación, lo convierte en un instrumento jurídico de dialogo en materias que competen completamente a los pueblos indígenas y los estados.

El Convenio 169 se aplica a los pueblos que en países independientes son considerados como indígenas, y ello por el hecho de descender de poblaciones que vivían en el país antes que existan las republicas nacionales, pueblos cuyas condiciones sociales, culturales y económicas, les distinguen de los otros sectores de la sociedad global.

En este sentido, el Convenio otorga identidad indígena a pueblos como el mapuche, que está regido y conserva tradiciones y costumbres ancestrales.

La utilización del concepto pueblo permite establecer un derecho a una existencia perdurable en el tiempo, guardando características propias, por lo que deben ser consultado como pueblo, sobre asuntos que afecten directamente su existencia, y principalmente, sobre planes de desarrollo que se implementen en sus territorios.

También, la aplicación del concepto pueblo permite conservar instituciones tradicionales, las que actualmente no cuentan en Chile con ningún reconocimiento. Y con ello, optar a todos los derechos que los pueblos tienen en el universo, incluso el de poder decidir su destino, ligado o no a un estado determinado.

Por su parte, los Estados deben asegurar que los indígenas gocen de plena igualdad ante la Ley, y ello frente a otros miembros de la comunidad nacional, en el caso mapuche, desde la promulgación del decreto supremo de don Bernardo O´Higgins en 1813, este no ha sido el caso.

El convenio además incentiva, al interior de los Estados, una eliminación de las diferencias socioeconómicas, respetando costumbres y el derecho consuetudinario.

El Convenio, desde un punto de vista de la filosofía mapuche, y esto con relación a la madre tierra, entrega especial énfasis en reconocer la relación espiritual que los mapuche mantienen con su medio natural, ya que es la base de su existencia y vida, concepción claramente ignorada por la CVNTI en su propuesta del punto 9 del documento, cambiar tierra por plata.

Desde esta perspectiva, se reconocen las tierras que tradicionalmente ocupan y el derecho al uso que de ellas han podido hacer, que no es el mismo que hoy día realizan los que por intermedio de la legalidad se las han usurpado.

Por intermedio de este instrumento jurídico internacional se deben, identificar y proteger las posesiones pasadas y recientes de los pueblos indígenas, y se debe sancionar toda apropiación ilegitima que se haya podido haber hecho de ellas.

En ese mismo sentido, el convenio busca al mismo tiempo mecanismos para resolver las controversias de tierras que pueden aparecer en un territorio determinado.

Finalmente, protege los derechos sobre los recursos naturales de las tierras y territorios que los indígenas controlan, e incluso otorga el derecho a participar en la utilización y administración de ellos.

Para los Lafkenche, es por intermedio de este convenio que pueden optar a una nueva forma de desarrollo, y aplicar técnicas que son legado de sus antepasados. Es por ello que continúan ha argumentar que como pueblo originario posee conocimientos -Kimun-, sabiduría ancestral que bien quisieran compartir y aplicar en todo su Lafkenmapu.

VII. OTRA OPCION DE DESARROLLO; los fundamento lafkenche de una economía solidaria

De acuerdo a su cultura, valores y concepción del mundo, los mapuche se sitúan en su territorio histórico, el Wallmapu, es en este espacio geográfico que ocupan donde se ordenan sus Identidades Territoriales.

Los mapuches que viven en la Provincia de Arauco, entre cordillera y costa, se definen como Lafkenche, esta ancestral identidad corresponde al entorno natural que los rodea y que les entrega, por lo tanto, su identidad específica.

Esta relación y entendimiento, entre mapuche y naturaleza, proviene de un saber milenario que se adquiere por intermedio de la observación y de la espiritualidad, conocimiento que luego trasmiten de manera oral a las generaciones futuras, transformándose con el tiempo en norma y valor de conducta que, durante su existencia, todo mapuche debe respetar.

Estos alcances, siempre se deben conjugar con los conocimientos que en otras materias se poseen, de los cuales en términos de desarrollo se destaca el Icrofil Mogñen, conocimiento que se adquiere por intermedio del Inaduam y el Raquiduam.

El Icrofil Mogñen puede ser traducido en el mundo científico como biodiversidad, pero de acuerdo a su etimología se distinguen tres raíces: Icro; que indica la totalidad sin exclusión, Fil; que indica la integridad sin fracción y Mogñen; que significa la vida y el mundo viviente.

En su totalidad, el Icrofil Mogñen se refiere al conjunto del mundo viviente, sus interrelaciones que comprenden e insisten en una sola unidad.

Para entender los principios básicos de una economía solidaria mapuche, es fundamental pasar por este entramado relacional del hombre con su medio, ya que para un Lof o comunidad, este concepto, Icrofil Mogñen, es al mismo tiempo la biodiversidad y la biosfera, pero sin limitaciones ha consideraciones exclusivas del orden natural.

De esta forma, para los Lafkenche, su Icrofil Mogñen es también el medio ambiente, comprendido en sus dimensiones físicas, sociales y culturales, ya que los mapuche se consideran parte integrante de toda la naturaleza que los rodea. Es por ello, y de ninguna otra parte que proviene su deseo y obligación de establecer y adoptar estrategias de desarrollo sustentables, comunitarias y participativas.

Es sobre esta base que se debiera planificar su propia economía, y su puesto su correspondiente desarrollo, ya que de esta manera es como se convierten en sujetos con poder de decisión en todo lo que atañe su futuro.

Ese desarrollo comprende un alcance en materias ancestrales, pero también nuevas que hoy se perfilan como sustentables; agricultura biológica, reforestación nativa, eco-turismo de costa, lago y rivera, recolección de algas y utilización de recursos marinos, actividades que ya se practican en algunas comunidades costeras.

Será por lo menos, y así aparece en estos últimos tiempos, la base de un nuevo desarrollo local y propio, al mismo tiempo en oposición a la economía global del sistema mercantil, defendido por el poder central.

El camino por el momento aparece pedregoso, y las autoridades regionales tardan en tomar conciencia del carácter contemporáneo del fenómeno, sobre todo por las grandes expectativas mercantiles que creó el programa orígenes, antitesis de una economía solidaria.

Sin embargo, todos están conscientes que mientras exista la base cultural económica Lafkenche, el funcionamiento real de otra economía es posible, solo es cuestión de tiempo y de agotamiento de lo que hoy existe, la virtud solidaria del Lafkenche es un valor que se practica, por eso tienen vida en el tiempo.

VIII. LA EDUCACION MAPUCHE

En materia de nueva relación, uno de los aspectos de mayor importancia es el educacional, la propuesta oficial de la CVNTI señala como norte la Educación Intercultural Bilingüe -EIB-, sin embargo, se tiene que reconocer que el Mapudungun es un aspecto substancial de la identidad mapuche, y que el actual sistema educativo que se imparte en las escuelas chilenas, la EIB, no es mas que un instrumento de aculturación y continuidad de un proceso de colonización interna.

Un pueblo existe con su lengua, cultura y territorio, y debe, para preservar su existencia, definir su propio proyecto educativo. El pueblo mapuche, mas allá de sus especificidades territoriales, unánimemente considera que su lengua es el Mapudungun, y en consecuencia, el derecho y obligación de sus habitantes, en Arauco los lafkenche, es el de vivir en Mapudungun y luego en Castellano.

Si la CVNTI plantea normalizar sus lenguas, es preciso que un modelo lingüístico CHILKATUWUE -escuela autónoma mapuche- sea una opción, un centro dinamizador del mantenimiento y recuperación del Mapundungun, hasta llegar a revertir la tendencia aculturatoria de la EIB, de esta manera, su lengua por lo menos, en la provincia de Arauco, sea lengua corriente de instrucción y formación.

La CHILKATUWUE o escuela autónoma mapuche, no debiera ser solo un establecimiento donde se enseñe solo el Mapundungun, sino que un centro por donde transite todo lo que refleja la cultura y tradición lafkenche; sus símbolos, mitos, ritos, música, formas de relacionarse con el mundo material e inmaterial, es decir, en todo lo que refleja el espíritu, conocimiento y especificidad propia de la Identidad Lafkenche.

Una CHILKATUWUE, en interacción continua con la cultura chilena, puede ser actualizada si es reconocida por la sociedad chilena, e inserta en un segundo tiempo, en el sistema educativo regional.

Una política de reconocimiento y promoción de la educación mapuche, no sobrevivirá con medidas de protección, resultantes del nuevo trato, sino se fortalecen y crean CHILKATUWUE en los espacios comunitarios del Lafkenmapu.

Una CHILKATUWUE, además debe ser un epicentro al servicio de los derechos mapuche, debe estar al alcance de todos los niños y adultos lafkenche viviendo en un espacio comunitario, afirmando de esta manera, el derecho reconocido que tienen todos los pueblos a ser educados en su propia lengua y cultura, ya que así la comunidad nacional y sus representantes no le niegan su deseo de seguir siendo pueblo e identidad.

En la provincia de Arauco, la ciudadanía, los funcionarios públicos, solo podrán entender la esencia del pueblo mapuche, sus formas de convivencia y espiritualidad si aprenden su idioma, el Mapudungun.

La interculturalidad propuesta por el ejecutivo, resulta solo una aproximación de una comunidad lingüística castellana a otra mapudungista, y si hoy comprensión existe, es porque esta ultima es perfectamente bilingüe.

Queda claro que el desconocimiento de la lengua y cultura mapuche por el chileno, no se resolverá con charlas y cursillos de cosmovisión, esto puede ser una aproximación al tema educativo trasmisor de valores, pero puede igualmente convertirse en una versión folclorizada de este mismo tema educativo.

El joven lafkenche, a la luz de su nivel educativo alcanzado, hipoteca su futuro y restringe sus posibilidades de desarrollo y de autoestima, al recibir una formación en lengua castellana.

El derecho del mapuche a vivir en Mapudungun, obliga al Estado chileno a no solo hablar de nuevo trato educativo, sino el de reconocer a un pueblo con lengua y cultura propia, y eso debe hacer parte de las disposiciones que se definan en una nueva relación.

También, hay que estar conscientes que la formula que se propone, CHILKATUWUE o escuela autónoma mapuche, no será suficiente en un primer momento para la mapudungización total de la sociedad Lafkenche, por eso es que deben intervenir en la construcción de dicho objetivo otros aspectos, como el desarrollo de la comunicación, música, arte, etc. Esto ya que el entramado sociolingüístico y la fortaleza de una lengua se mide en la extensión de funciones que los hablantes le dan.

En el caso del Mapundungun, en una esfera distinta que la propuesta por el ejecutivo, esta cumpliría funciones de lengua de identidad, de comunicación familiar, de comunicación laboral, de comunicación local en todo el Lafkenmapu, de civilización y cultura, de trasmisión de conocimientos y espiritualidad, como también de conocimiento del medio natural.

Si estas funciones alcanzan rangos de cotidianidad y es un objetivo de la sociedad en general, se podrá alcanzar su meta final, ser una lengua formal de la nación mapuche.

Si el aprendizaje del Mapundungun no se pone en practica y en cambio se suplanta por un objetivo intercultural, el castellano seguirá desplazando al Mapundungun en su propio territorio, y lo ira relegando a funciones cada ves mas restringido.

De la CHILKATUWUE, escuela autónoma mapuche, se debe pasar a la mapudungización de la escuela publica, y con ello, a una optimización de su situación, haciéndola necesaria en todo el territorio, en definitiva, que sirva para hablar los temas que constituyen la vida de todos los días, eso para los Lafkenche significaría vivir la nueva relación.

IX. LA AUTONOMIA MAPUCHE LAFKENCHE

La VIII región del Bio-Bio, como todas las regiones de Chile, es una invención jurídica del régimen militar, desde su creación en 1974, nunca ha tenido coherencia socio-cultural, solo ha respondido a planes militares de una cierta visión geopolítica nacional.

Desde ese punto de vista, su entramado y organización administrativa, es la que desprende decisiones políticas de tipo y carácter centralista.

Por lo tanto, a escala meramente regional, se reproduce exactamente lo mismo, se instala la ciudad de Concepción en el centro del territorio, considerando entonces que el resto de las 52 comunas que posee deben todas girar al rededor de esta urbe.

En Chile, la capital Santiago, centro del poder político y económico, es quien dibuja de norte a sur un ordenamiento piramidal de poder y de decisión, el que bien se puede resumir en el dicho popular, Santiago es Chile, el resto no cuenta.

El esporádico deseo regionalista de algunos políticos del Bio-Bio, se limita sin embargo solo a evocaciones de un imaginario de región, y no puede ser de otra forma, hasta hoy no han tenido la voluntad política necesaria para sacar la idea adelante, y de esa manera enfrentar el poder central.

Para los mapuches y Lafkenche, la VIII Región del Bio-Bio sigue siendo la frontera ancestral, la separación de dos mundos, de dos filosofías de vida, del río Bio-Bio al norte el centralismo nacional, del Bio-Bio al sur, el territorio ancestral plural y participativo.

En realidad, el imaginario mapuche de región deja en evidencia que aquí existen dos concepciones de territorialidad, la que tienen un solo punto en común, comparten la pobreza extrema.

Este desfase de territorio e identidad hace pensar que una integración regional de carácter cultural es prácticamente imposible, la cultura mapuche fuera de sus zonas de influencia es prácticamente desconocida, y como no se dibuja una identidad y cultura regional, cada sector social termina por entregar su propia mirada del espacio donde vive.

Fuera de eso, la gran batalla del gobierno regional y de sus autoridades, la promoción de un sistema económico, según ellos, pujante, también es cuestionado por el mundo lafkenche en sus disputas de territorios ancestrales, principalmente a los consorcios forestales y empresas pesqueras, y eso desde hace ya algunos años.

El gobierno regional del Bio-bio, decididamente, depende del poder central, sus recursos, subvenciones y programas de apoyo, tienen todos un carácter asistencialita, lo que no le permite realizar sus propias inversiones y desarrollar sus propios planes de creación de empleos a escala comunal o local, estamos entonces frente a una noción de desarrollo centralizado y dependiente, y no frente a una idea innovadora de desarrollo local con identidad.

Si a esto le agregamos autoridades designadas, como son Intendente y gobernador de provincia, se completa un marco interno de total dependencia de lo global.

¿Como cambiar las cosas?, la modernización del estado es una propuesta valida, pero esta debe permitir, en el marco de una regionalización, la posibilidad de elegir las autoridades regionales por voto popular.

En segundo lugar, de redistribuir el territorio, reconvirtiendo comunas en espacios territoriales menores, de manera que las decisiones políticas, económicas y de desarrollo, al mismo tiempo que los recursos del estado, sean mejor aprovechados.

La noción de región, desde un punto de vista Lafkenche, define tres conceptos claves para su articulación posterior: madre tierra, territorio y vida social, aspectos completamente ignorados por los organismos de planificación, los que están mas empeñados en hacer posible una súper posición de programas de gobierno, aplicaciones y disposiciones de leyes, como la indígena con las áreas de desarrollo, pero en ningún caso buscar coherencia administrativa con conceptos creadores de principios y valores culturales, de territorios y de vida social.

En la concepción Lafkenche de región, para que funcionen sus espacios territoriales locales, las comunas y provincia tiene que tener primero coherencia cultural e identidad, ya que de esos dos fundamentos se desprenderá luego una concepción de desarrollo que aprovechara los recursos del estado en pleno beneficio sus habitantes y sus comunidades.

Eso significa, desarrollar una visión real del territorio y de su sociedad, compatible con una posibilidad, también realista, de como aprovechar mejor los servicios y el recurso estatal, y como también a partir de estos conglomerados socio-territoriales -comuna y provincia- se pueden generar otros.

Por lo tanto, la autonomía territorial, política y cultural, aparece como la figura ordenativa del territorio provincial, en la cual deben operarse ecuaciones de territorialidad a escala humana, de una comuna extensa deben lograr existencia otras comunas menores, eso significa demarcación de nuevos espacios territoriales Lafkenche. Y solamente luego, federarse a intereses comunes, ese es el principio mapuche de aliar tierras, el principio clave de definición de su Lafkenmapu.

Por eso se puede decir que la Autonomía que promueven los lafkenche, no es en ningún caso una solución separatista, muy al contrario, permite dar cherencia cultural a territorios dispersos y sin identidad, mejorando y regulando en la región una convivencia interna.

Y eso porque los efectos que produce la mundialización en la zona, sistema sustentado por la política gubernamental, introducen en sus comunidades rupturas sociales que atentan contra su ordenamiento propio.

Por lo tanto, eso significa emprender la búsqueda de nuevas respuestas políticas, disposiciones que aseguren una soberanía compartida, de manera que en un mismo territorio no discrimine un segmento social sobre otro.

Desde el punto de vista político, el sistema que impera en la provincia de Arauco obedece al principio de democracia representativa, sin embargo esta figura perteneciente a un tipo de democracia, muestra un real divorcio entre la población y el sistema político que sustenta.

Sobre todo, cuando de más en más se aprecia como sus referentes tradicionales; los partidos e instituciones estatales, se alejan de la dinámica local del mundo indígena, intentando imponer una planificación económica desde lo global.

En definitiva, lo que exponen los Lafkenche, como forma de salir de la crisis, de superar el conflicto de tierras, es la redistribución del poder entre lo global y lo local, eso significa, descentralizar, devolviendo el poder, su territorio y soberanía, al ciudadano lafkenche.

La autonomía territorial, social y política del mundo indígena, es la única que permitiría en Arauco una revitalización de la democracia, y con ello una reapropiación del ciudadano lafkenche de la vida publica.

Sin dudas, con medidas de esta naturaleza, el conflicto mapuche en la Provincia de Arauco estaría llegando ha maduración, por lo tanto, necesitaría debate y decisiones políticas mas osadas a nivel oficial, una mala propuesta gubernamental en este sentido, solo lograría encender las pasiones e inflamar la cotidianidad regional.

La modernización del estado y su correspondiente regionalización, entregaría al lafkenche el control del poder local, digamos, la autonomía política y territorial, permitiendo el funcionamiento de una región del Bio-Bio diversa y plural.

Aplicando una formula de esta naturaleza, los representantes del Estado y el gobierno regional, estarían inventando una nueva forma de hacer y actuar en política. Y para los Lafkenche, eso significaría pasar de objeto a sujeto, y de aquí, a ciudadano reconocido.

Lo contrario, es lo que actualmente esta cangrenando la convivencia interna y la paz ciudadana, es también lo que esta alimentando un sentimiento de desafió permanente hacia los partidos políticos, sus representantes, y hacia la administración del Estado en general.

El reconocimiento mapuche de su autonomía política, acompañada de una nueva redistribución territorial de la provincia, sobre pasaría el interés político partidista, en ese sentido, tanto la derecha como los actuales gobernantes, tienen interés a situar el tema como una cuestión nacional de interés ciudadana, en definitiva, situarlo como un real y verdadero tema país, abordable desde lo local, y con resolución desde lo global, y no a la inversa.

Muchos ejemplos en el mundo; Nueva Zelanda, Noruega, Canadá, España, etc., han acordado territorios autónomos a su población autóctona, con ello han surgido parlamentos y gobiernos propios, estas decisiones políticas no han significado perdida de unidad nacional, sino que han permitido reequilibrar el poder en favor del mundo local.

El factor territorial, la redistribución de comunas, el reconocimiento de espacios especiales, es sin dudas un punto clave en el acto de descentralización, desde el punto de vista Lafkenche, primero debe existir en ese territorio una coherencia cultural, un pasado común y una identidad propia, ya que cuando a un ciudadano se le reconocen esos particularismos, deja de ser un objeto bajo tutelaje del Estado.

La concentración de poderes y el no-reconocimiento de una coherencia cultural del territorio es lo que introduce dudas e ilegitimidad a la acción publica, produciendo necesariamente un desequilibrio de poder, esas son en la actualidad las principales fallas de la democracia representativa, y las determinaciones que se toman en Concepción bajo el designio de "estrategia regional de Desarrollo" -ERD- y que se aplica en las comunas de Arauco.

La ausencia de una democracia participativa, es lo que aísla y margina al ciudadano lafkenche en su demanda de derechos y reconocimiento. Así entonces, la elección se convierte en "rutina" sin seguimiento en las decisiones que luego se tomen, la no-existencia de consultación ciudadana permanente deja la sociedad civil completamente ausente del proceso político global, solo se le maneja como objeto electoral y no como sujeto de decisiones.

Unir territorios y reconocer representación en el Lafkenmapu, es dejar una puerta abierta al contrapoder constructivo del ciudadano, vía por la cual controla y valoriza la acción publica.

Por ejemplo, en la protección del medio ambiente, no hay política local en las comunas costeras, mismo el desarrollo económico, se sigue el modelo dictado desde lo global, desde ese ángulo, los derechos culturales, el reconocimiento e identidad Lafkenche, son visto entonces como periféricos, como frenos a la integración y uniformidad al pensamiento único.

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