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Continuación III

Los Lafkenche y el Nuevo Trato

Una descolonización interior en Arauco, significaría devolver al lafkenche su posición de actor de lo local, ello conlleva restituirle sus derechos políticos, sociales, territoriales y culturales, armonizando para ello la acción del estado y de sus instituciones locales, todo esto ha través de la descentralización, que debiera ser en realidad, una visión común de intereses de lo global y local.

Un proceso como este, al contrario de lo que piensan los políticos en Santiago, significa, afirmar la democracia y no disminuirla, significa pasar de lo representativo sin acción de control ciudadano a lo participativo con responsabilidad ciudadana.

so en fin de cuentas, es lo que significa compartir responsabilidades y solución, poner en definitiva al ciudadano lafkenche en el centro de la acción publica de un Estado plurinacional.

La acción municipal por su parte, consiste en organizar colectivamente la vida de la comuna, lograr que el ciudadano sea receptor, beneficiario y actor del poder municipal, en ningún caso un asistido del poder comunal.

El desperfilamiento hacia el asistencialismo, como el caso de Tirúa, hacen aparecer nuevas necesidades, nuevos derechos que dejan en evidencia las incoherencias del sistema actual.

Un alcalde que gobierna mandato tras mandato, cierra el camino a la alternancia política, su figura se corroe y sus determinaciones no favorecen la cohesión social de la ciudadanía.

Con esto, en Tirúa o Los Álamos, donde gobiernan lafkenche, se ha perdido el espíritu de servicio publico y se ha terminado gobernando solo con los "compadres", con los "compañeros del partido", completamente alejados del sentir popular y de su sociedad civil comunal.

Permitir el acceso a la expresión política de la populación, es educarla en un sentido cívico, cooptarla partidariamente o privilegiar proyectos decididos a dedo para los que están conmigo, es ingresarla al sistema clientelar, y eso es una negación de la misma democracia que se dice representar.

La democracia participativa, consulta de manera regular, y permite al ciudadano ser sujeto de interés colectivo, haciendo llegar las contribuciones de su sociedad civil a un poder local con el cual se identifica.

La democracia participativa, confía el poder de decisión directo a los ciudadanos, como ser; votar un presupuesto comunal, participar y contribuir con sus opiniones en los consejos municipales, intercambiar y tomar decisiones colectivamente entre políticos y sociedad civil.

La noción de reconocimiento territorial, es por parte del Estado una acción de reconocimiento de diferentes niveles y escalas que en mundo lafkenche existen, como ser;

•  Lof Familia

•  Lofche Comunidad

•  Rewe Espacio Territorial Comunal -ETC-

•  Aiya-Rewe Espacio Territorial Provincial -ETP-

•  Butalmapu Lafkenmapu - Territorio -

Este organigrama de competencia Lafkenche, es lo que da coherencia cultural a un territorio, y del cual se desprenden problemas similares y afines, en los cuales debieran inter-actuar los servicios públicos.

Finalmente, el Butalmapu -tierras aliadas- es lo que constituye el territorio Lafkenche, su Lafkenmapu, y sobre el cual se organiza a un solo nivel, su propia institucionalidad, la que debe ser reconocida con su propio parlamento, con su propio gobierno autónomo, definiendo alcances, grados y niveles de competencia.

Este territorio, el Lafkenmapu, dentro de un marco institucional reconocido, como le gustan a las autoridades que sean las cosas, y eso aunque la CVNTI no lo señalara, debiera ser el apuntado por Álvaro Jara en su libro indigenista, dispuesto en la Ley del 13 de octubre de 1875; Creación de la Provincia de Arauco, comprendiendo un territorio que va del río Bio-Bio al norte de Valdivia.

Este esquema, esta definición de un territorio Lafkenche, no destruye el Estado, menos compite con él, tampoco disgrega una pretendida unidad nacional. En cambio, el marco nacionalista sustentador de la chilenidad, que actualmente se utiliza por intermedio de una región creada por un régimen militar, es lo negativo a la pluralidad, es lo que se opone a un reconocimiento mapuche y a otra forma de re-distribuir el rol del Estado.

Un Estado centralista, como el chileno, no-receptor de lo que quiere la gente, ha decidido en Santiago un alcance irreal de la territorialidad Lafkenche. Sin querer entender que la autonomía Lafkenche debe ser un debate ciudadano del mundo local, y que este debiera desarrollarse, en cuatro etapas:

Primero; la sociedad civil Lafkenche realiza y participa comunalmente del debate.

Despues; la sociedad civil Lafkenche comunalmente valida un proyecto de autonomía.

Luego; Las autoridades de gobierno -regional y nacionales- y representantes lafkenche re-distribuyen territorio, sus competencias y roles.

Finalmente; los poderes del Estado reconocen constitucionalmente al pueblo mapuche y aprueban proyecto de autonomía Lafkenche.

Por ultimo, en Chile, los nuevos tiempos debieran permitir a la región del Bio-Bio una refundación de su democracia, una que incite vivir juntos las diferencias, terminando con la intolerancia de lo global sobre lo local, dicho en otros términos, terminar con la dominación de un Estado y sus fuerzas de poder sobre un pueblo y su soberanía regional.

El proceso autonómico Lafkenche, sabemos que tampoco niega, ni menos deja de reconocer al otro, sino que exige del poder central el reconocimiento de la diversidad cultural que hay en todo Chile.

La Autonomía es un derechos de los pueblos, así lo ha entendido el movimiento Lafkenche, y es por ello que lo está exigiendo. Y estos derechos escapan a la mirada derrotista del Director Nacional de CONADI, Aroldo Cayun, quien argumenta en el Diario Austral del 5 de octubre del 2002, que la autonomía es "inviable porque los territorios que ocupan son los más pobres del país".

Al contrario, el territorio Lafkenche es uno de los más ricos de la VIII Región, comprende una potencialidad múltiple con cordillera, Valle y mar, quienes le han hecho sufrir el flagelo de la pobreza son aquellos que potencial izan la inversión mono-especifica del rubro forestal, olvidando su multifacético potencial económico y cultural.

Este derecho autonómico, con su consiguiente cúmulo de mutaciones que acarrea, debiera ser el gran desafió del bicentenario a nivel regional, quien lo aborde y resuelva, lograra entregar identidad y paz social a las comunas de Arauco, el que lo ignore, muy probablemente tendrá que rendir cuentas a la historia.

Por eso, cuando se habla de autonomía regional, en vez de asustarse los alcaldes, concejales, diputados, senadores, gobernador e intendente, debieran tratar de entender lo que significaría un nuevo proceso de regionalización territorial, política y administrativa de la provincia de Arauco.

En ningún caso emprender acciones anulatorias de este derecho, como lo hicieron en los primeros meses del año 2000 un significativo grupo de diputados, los que expresaron por intermedio de un recurso ante el Consejo constitucional, sus aprensiones a estos conceptos, igualmente al reconocimiento constitucional y a la ratificación por parte del poder ejecutivo, del Convenio 169 de la O.I.T.

Dos serian las principales observaciones que los diputados chilenos emitirían contra el reconocimiento constitucional y derecho a la Libre-determinación y autonomía mapuche:

  1. Consideran que las demandas mapuches de reconocimiento como pueblo distinto, son contrarias al principio de igualdad que debe tener todo ciudadano ante la ley, y que consagra para estos efectos, la constitución a todos los chilenos.

  2. El segundo aspecto tiene un carácter directamente político, ya que conciben las demandas de autonomía como una fractura del Estado y su ordenamiento interno, el que dejaría, en caso de reconocer a los mapuches este derecho, un camino abierto al separatismo, atentatorio entonces contra la unidad nacional.

Sin embargo, en todo proyecto oficial donde se de una reflexión sobre modernización del estado, vía la regionalización del país, este principio de autonomía debe ser incluido, ya que hace parte de un derecho humano colectivo.

Los reacomodos y procesos de autogobierno, como el de "territorio especial autónomo" que se confiere a la Isla de Pascua, son formulas que no necesariamente devuelven plenos poderes a los pueblos indígenas, menos control y soberanía territorial, factores claves para poder decidir la implementación de una nueva forma de desarrollo.

En la provincia de Arauco, la pretendida igualdad formal del mapuche ante la ley, aspecto que consideran las autoridades del país, establece en la practica una desigualdad real discriminatoria que termina en represión.

La libre-determinación no tiene porque debilitar el estado, tampoco atentar, como lo pretenden numerosos políticos criollos, contra la unidad nacional, ya que el reconocimiento de la diversidad, garantiza el hecho que nadie se sienta excluido. En Chile, la uniformidad de criterios, el integracionismo construido sobre valores mercantiles, ajenos al mundo mapuche, son mas bien los aspectos que fomentan la falta de unidad nacional.

CONCLUSION

Con estas referencias Lafkenche, todas recogidas de la realidad misma de su lucha, de su condición de primeros actores del Lafkenmapu de Arauco, queda establecida su noble voluntad de alcanzar reconocimientos y derechos, y aunque sea necesario para eso, incurrir en las formas más agudas de lucha.

El movimiento Lafkenche, sus comunidades, lideres y dirigentes, pretenden afirmar, definitivamente, la existencia del Lafkenmapu como país real, frente a la región oficial del Bio-Bio, sustentadora de una visión etnocentrista de la sociedad.

Por otro lado, cuando establecen una afirmación de esta naturaleza, en ningún caso aspiran un regreso al pasado, menos pretenden desarrollar un integrismo étnico, sino que realizan un aporte real a la sociedad y a la democracia.

Por otro lado, el proceso que han puesto en marcha, puede, como esta sucediendo en este ultimo año, ser retardado, pero en ningún caso anulado, asimilado o derrotado definitivamente.

Frente a ello, las autoridades del país, nacionales y regionales, debieran impulsar innovadores mecanismos de encuentro que superen las legendarias mesas de dialogo, las que ya no los conducen a relaciones justas.

Finalmente, todo conflicto por autonomía territorial y en el cual se enfrente un centro y su periferia, llega siempre a un punto culminante, en ese momento un pueblo oprimido asume su propia autodefensa y se lanza al asalto de sus tierras, exigiendo caminar por sus propios medios.

A 200 años de su existencia, a cinco años del bicentenario ¿esta Chile preparado para aceptar la emancipación mapuche?, es muy posible que no, por lo visto en terreno, esta mas preocupado de cooptar sus comunidades que de abordar los principales temas que plantean, lo que parece como un error supremo, que tendrá en los años venideros, sin dudas, consecuencias inestimables.

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