18 de agosto aniversario de la muerte del Lonko Ranquelche Panguitruz Nürü

Ranquel – La Pampa 17 de agosto, 2007

18 de Agosto de 2007 Panguitruz Nürü, (Mariano Rosas) falleció un 18 de Agosto de 1877. Mañana es un día para recordarlo. Fue uno de los mas grandes lonkos en la historia del Pueblo Rankül. Siendo muchacho, en un ataque que llevaron las fuerzas ranqueles a cargo de Pichún contra uno de los lonkos, Yanguelén, que por motivos domésticos se había pasado a la “civilización”, fue apresado junto a otros jóvenes y mujeres que cuidaban la caballada de refresco en la retaguardia de la acción.

Llevado a Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, cuando supo que era hijo de un lonko (Paine Nürü) lo hizo venir a su presencia, bautizarlo con el nombre de Mariano Rosas nombrándose padrino, y lo destinó a su estancia El Pino. Allí permaneció alrededor de 8 años aprendiendo todas las habilidades en las tareas del campo.

A pesar de ser hijo de Painé y una cristiana, fue más fuerte el lado indio y apenas pudo, escapó. Con el tiempo llegó a ser Lonko Principal, gobernando la Nación Mamülche con gran firmeza y sabiduría, tanto en la guerra como en la paz. Cuando su padrino, previo envío de cuantiosos regalos le recriminara el haberse escapado, invitándolo a visitarlo, Panguitruz consultó a las mujeres sabias. Éstas le predijeron grandes desgracias para la Nación si volvía a tierras cristianas. Así fue que cuando se veían obligados a invadir, el acompañaba a las fuerzas hasta un cierto límite y desde allí era su hermano Epu Nürü el que comandaba las acciones. Luego de su muerte, en 1877, Epü Nürü heredó el cargo.

En 1878 comenzó la invasión por parte del ejército de ocupación del Estado Argentino. Llegados a Leuvucö, paraje donde estaba la jefatura Nürü, Epü Nürü logra escapar. Racedo ordena desenterrar los restos mortales de Panguitrüz y se los entrega a Estanislao Zeballos, para engrosar su colección. A su muerte, son donados al Museo de La Plata.

En el año 1988, Lorenzo Cejas Pincén, descendiente del Lonko Pincén, de Trenque Lauquen, ve como se despedaza su sueño de unir en un mausoleo que se iba a construir el efecto en dicha ciudad, los restos mortales de ocho grandes jefes que a la sazón estaban en el Mueso de La Plata. En un encuentro con Canhué, ranquel de la tribu de Ramón Cabral, El Platero, y descendiente de él por vía de una de sus hijas, Manuela Cabral, casada con Miguel Canuhé, su abuelo, y que estaba abocado a la reorganización del Pueblo Ranquel en La Pampa, tarea iniciada a partir de 1983, le comenta su desazón. Canhué anota la numeración de los restos mortales de los jefes, que poseía Pincén, y decide iniciar la repatriación de los restos de Panguitruz. Comienza creando la “Organización Aborígen Mariano Rosas”, en homenaje al jefe, que es el primer reconocimiento oficial a la existencia de indios en La Pampa, negados hasta entonces.

En 1992 el Museo de La Plata se opone a la entrega de los restos de Mariano a la Provincia de La Pampa, que por su cuenta había iniciado dicho trámite. Canhué apoya al Museo diciendo que ninguna provincia tiene derecho a reclamar restos indios, que ese derecho es de los deudos o del Pueblo al que pertenece. Que hasta que el Pueblo Ranquel pueda traerlos, que sigan donde están.

En 1996, en 5 parlamentos realizados en todo el ámbito provincial, Anamaría Domínguez Rosas, descendiente de Calvaiú (Galván) hermano de Mariano, instala el tema de si el Pueblo está de acuerdo en que vuelvan los restos a Leuvucó, de donde lo sacaron, logrando total acuerdo. Pasado el disgusto oficial, se acercan las partes y deciden trabajar en forma mancomunada para lograrlo. Comienzan, desde la Intendencia de Victorica, a construir el camino vecinal que atraviesa la Laguna de Leuvucó. Mientras, gracias a un gran trabajo de un amigo de los ranqueles, el historiador José Carlos Depetris, se logra saber el paradero de un bisnieto de Mariano, Armando Rosas, en Gral. Acha.

Aproximadamente por 1988 Canhué recibe un correo de la Comisión de Población y Desarrollo del Senado de La Nación donde le informan que ha entrado un proyecto firmado por el diputado Maurette, para que los restos de Mariano, junto con los de Calfucurá, sean trasladados a la localidad de Toay, a pedido de una supuesta “nieta” del gran jefe ranquel. En la absoluta seguridad de que no podía estar viva ninguna nieta de Mariano, fallecido en 1877, Canhué responde: “Es falso. Paren todo, va documentación”. El camino vecinal estaba muy avanzado, ya estaba el descendiente legítimo, faltaban aún muchas cosas pero lo que menos se esperaba es que apareciera una nieta. Si era así, bienvenida, pero la más elemental lógica nos decía que no podía ser.

Supimos que el diputado Maurette emplazó a la “heredera” a presentar pruebas de su filiación, cosa que por supuesto no ocurrió, de modo que tuvimos el camino libre para presentarlas nosotros. Hicimos más. Convocamos a un Gran Encuentro en Gral. Pico, apoyados por la Fundación Raíces, donde cerca de cien ranqueles de toda la Provincia, que fuimos de Pico a Leuvucó, ratificamos la decisión de que los restos nos sean retornados y enterrados nuevamente en Leuvucó. El Intendente de Victorica hizo filmar el acto en Leuvucó. Así fue como fuimos convocados a presentarnos en el Congreso ante la Comisión de Población y Desarrollo, para lo que viajaron expresamente Anamaría y Depetris, donde lograron que se apoyara la repatriación desde La Plata a Leuvucó por unanimidad. No todo terminó ahí.

La Comisión de Cultura del Congreso se negaba a tratar el proyecto de ley de repatriación de Mariano por que el Museo de la Plata no quería entregarlos aduciendo que si lo hacía y se sentaba el precedente corría el riesgo de “quedarse sin huesos”. Otra vez Canhué tuvo que movilizarse y visitar cuanta ONGs conocía para que enviaran fax al Museo pidiendo la restitución. Finalmente cedió, y un día que estaba en Buenos Aires en un Seminario, se acerca una funcionaria y, con gran emoción, le entrega en mano copia del Boletín Oficial. Ahí comenzó la etapa final. El camino vecinal estaba casi terminado, pero no era lo más adecuado para que Panguitruz encontrara finalmente el reposo final. Y todo lo demás que hacía falta.

Con el boletín en la mano y con el apoyo de varios funcionarios, fué recibido por el Vice Ministro de Desarrollo Social, Contador Gerardo Morales, que con una ejecutividad fuera de lo común allanó todas la dificultades, tierra, (dos hectáreas) alambrado, tango 1, para que 18 hermanos / as entre lonkos ranqueles y descendientes de Mariano trajeran los restos desde el Museo de La Plata hasta Santa Rosa. Transporte, y alimentación durante los tres días. La Municipalidad de Victorica hizo lo suyo. El Gobierno de La Pampa, a través de Norma Durango, subsecretaria de Cultura, aportó todo lo necesario dentro de la provincia, incluso financió la construcción del monumento, en madera de caldén, tallado por el artista ranquel Marcelo Casto. Y nos facilitaron todas las Escuelas Hogares para el alojamiento, incluso la Escuela Agrotécnica.

El INAI cumplió con lo que le ordenaba el Boletín Oficial. Y muchos apoyos más. Fueron 12 años de lucha. Pero valió la pena cuando 5.000 personas se hicieron presentes, a recibir los restos de quien nació, vivió y murió en Leuvucó, lugar del que nunca debió salir.

Nos queda como saldo que es posible transitar el camino de la unidad y seguir siendo diferentes. Y al Pueblo Ranquel, que se cumplieron las profecías de nuestras mujeres sabias. Cuando Panguitruz Nürü fué a tierras cristianas, comenzaron todas las desgracias para nuestro Pueblo. Ahora está nuevamente con nosotros. Significa que buenos tiempos serán los que vienen.

Germán C. Canhué – Ranquel – La Pampa –
Argentina – LE: 5.451.910

Esto un pantallazo de lo ocurrido. Esperemos que sirva para que otros se animen a reclamar los restos mortales que aún están en el Museo de La Plata y en cualquier otro lugar. Como deudos o como Pueblos. Todos estamos de acuerdo en que cuando nosotros enterramos a uno de los nuestros jamás esa tumba debe ser profanada por ningún motivo. Hemos logrado instalar esta posición entre arqueólogos, antropólogos y en la sociedad. Respetémosla nosotros y hagámosla respetar.

Fuente: Lorenzo Pincen