El Sur
en internet
domingo 13 de enero de 2002
Emboscada en Tirúa
El llano en llamas
Aún no se aquietan los ánimos
en la hacienda Lleu-Lleu y el terror vuelve a apoderarse del sur
de Arauco. El lunes se inició con barricadas a 13 kilómetros
de Tirúa, continuó con un chofer apaleado y un camión
cargado de madera consumido por el fuego a mediodía, para
culminar con un extenuante enfrentamiento entre Carabineros y más
de medio centenar de individuos que, finalmente, huyeron impunes
del improvisado campo de batalla.
Héctor Ruiz Arias
A las cuatro de la tarde del martes 8 de
enero aún humeaban los derretidos neumáticos traseros
del camión de la empresa contratista Leoval, incendiado 28
horas antes por una horda de antisociales en el sector Primer Agua,
13 kilómetros al sur de Tirúa. La imagen era desoladora,
inquietante. La máquina yacía completamente calcinada,
mientras parte de su carga de pino radiata seguía dispersa
a lo ancho de una huella que divide en dos un cerro de baja altura
y sin árboles, cuya topografía se revela más
que propicia para una emboscada.
Pese a que afloraron nubes en el firmamento,
los rayos del sol golpeaban con inusitada fuerza, y la brisa traía
bochornosas bocanadas de aire que enrarecían aún más
el ahora silencioso entorno. Como en "El horror de Dunwich",
de H.P. Lovecraft, la tensión se respiraba en la hierba seca,
resplandecía en los agotados e inexpresivos rostros de los
lugareños que transportaban animales por la ruta, desplazándose
al ralentí; se evidenciaba en las recelosas miradas de un
grupo de adolescentes lafkenches que, como personajes recortados
de un cuento de Juan Rulfo, vigilaban a los forasteros desde una
loma próxima al siniestro.
"Aquí se enfrentaron Carabineros
y mapuches", confirmó un anciano habitante de la zona,
apoyado en el alambre de púas que separa la propiedad del
camino de tierra donde, por última vez, se detuvo el hoy
arruinado móvil patente UL-6437. "En la mañana
empezaron los balines y duraron hasta tarde, cuando estaba ya pa
oscurecerse", concluyó el hombre que, cabeza gacha y
por temor a represalias, declinó revelar su identidad. Frente
a él descansaban algunos casquillos de bombas lacrimógenas
-como en todo el sitio del siniestro-; pero además, tres
cartuchos de escopeta que presumiblemente se sumarían al
"arsenal" de palos, boleadoras y piedras empleados por
los insurrectos en el alboroto.
Día "D"
¿Qué detonó la furia
de más de sesenta comuneros lafkenches en la mañana
del lunes? No está claro. Lo que sí es plausible es
el clima de agitación permanente que subyace en la comarca.
Una especie de desesperación silenciosa que, de tanto en
tanto, encuentra en los violentos choques con Carabineros una suerte
de válvula de escape, de lucha purificadora y desinhibida
en que el Estado de Derecho y la soberanía nacional son vulnerados
sin remordimientos.
La pobreza de buena parte de la etnia lafkenche
no es ningún misterio. Y de esa variable surge la principal
hipótesis para enhebrar el recrudecimiento de la violencia
al sur de Arauco. La tala ilegal de árboles y el hurto de
troncos practicados por bandas de indígenas son hechos bastante
habituales en el área. A tal punto que Inversiones Imola,
propietaria del fundo Miraflores (ubicado 20 kilómetros al
sur de Tirúa), presentó un recurso de protección
ante la Corte de Apelaciones de Concepción para detener el
indiscriminado robo de eucaliptus registrado desde hace meses en
el predio. Acogido el petitorio, en noviembre se iniciaron patrullajes
preventivos de Carabineros con órdenes de desalojo para quienes
fuesen sorprendidos en el terreno.
Hastiados de recibir apedreos en cada intento
de llegar al fundo para realizar un catastro de los daños
ocasionados por la tala ilegal, los directivos de Imola enviaron
a uno de sus representantes con el resguardo policiaco. La inspección
tuvo lugar la mañana del lunes 7 y se desarrolló con
total normalidad. Sin embargo, durante el retorno -cerca de las
11 AM- el bus blindado, con una veintena de efectivos en su interior,
sufrió una falla de frenos mientras descendía por
una pronunciada pendiente volcando sobre su costado derecho, a un
kilómetro y medio de la bifurcación donde poco más
tarde ardería el vehículo maderero.
El camión o la vida
Once carabineros con lesiones leves fueron
auxiliados en el consultorio de Tirúa. De ellos, los casos
más serios -ninguno de extrema gravedad- fueron derivados
en helicóptero a la capital penquista. "En la segunda
fase del procedimiento se recurrió a maquinaria pesada para
tratar de mover el bus blindado; pero al regresar al sector ya nos
encontramos con barricadas incendiarias y fuerte ataque en contra
de la fuerza policial", explica el comandante de Carabineros
Mario Fuentes, de la Prefectura de Arauco con asiento en Lebu.
La presencia del representante de Imola y
de Carabineros en el área, sumadas al urgente abandono del
bus blindado, perfectamente pudieron ser los catalizadores de la
sublevación indígena, atribuida en forma preliminar
a miembros de las comunidades Tranicura, Millanao Ancaten (Puente
Tierra) y Cumiyahue, que reclaman los llamados derechos ancestrales
en un sector de 18 mil hectáreas pertenecientes a las forestales
Mininco, Volterra y Bosques Arauco.
Los antisociales levantaron barricadas de
pino un kilómetro al norte de la bifurcación a Miraflores,
en el camino al fundo Los Cachorros, distante 30 km. al sur de Tirúa.
De este último predio silvícola partió Juan
Carlos Henríquez (37), minutos antes del mediodía.
Su objetivo era trasladar 35 metros cúbicos de madera aserrable
en trozos de exportación (US$1.500), pertenecientes a la
Forestal Valdivia, hasta las dependencias de Bosques Arauco. Conducía
un camión avaluado en más de $50 millones de pesos
y con apenas diez meses de uso, cuando cerca de las 12:15 PM tuvo
que detenerse frente a una barrera de fuego.
"Cuando yo llegué estaba bloqueado;
ahí me interceptaron los mapuches. Eran como 60, algunos
andaban encapuchados, pero otros no. Te vamos a quemar con
camión y todo, me gritaron, y empezaron a tirarle bencina
al tiro al camión. Se bajó un indígena que
yo traía y habló con ellos, y también lo amenazaron;
te vamos a quemar a vos también le dijeron",
narra el aún consternado chofer de la máquina, cuya
liberación y posterior huida a pie se produjo no sin antes
recibir una brutal paliza con objetos contundentes.
El sol con un dedo
El complejo despeje de las barricadas, la
gasolina, el fuerte viento y la alta temperatura impidieron que
Carabineros arribase a tiempo para salvar la máquina. Con
las llamas saliendo del móvil, los efectivos policiales con
ayuda de fuerzas especiales y el Gope de Concepción se trenzaron
en un enfrentamiento de palos, piedras, perdigones de goma y bombas
lacrimógenas que se prolongó hasta el atardecer.
"Yo subí aproximadamente a las
cinco de la tarde con el piloto, para ver en qué condiciones
se hallaba el camión, y ver si era posible rescatar algo.
Nos dimos cuenta que era imposible, porque estaba absolutamente
destruido. En ese lugar había montoneras de gente del sector
y Carabineros también", recuerda Leonidas Valdivieso,
dueño del vehículo siniestrado, y luego agrega: "Era
un camión prácticamente nuevo, especial, estructural,
con carro desmontado. Es una lástima. El derecho de propiedad
no existe". Los estampidos sólo cesaron cuando el sol
se puso, comenzó a lloviznar y la visibilidad se hizo nula
con la caída de una densa capa de neblina sobre el camino.
La turba se diseminó para perderse en el bosque, quedando
fuera del alcance de Carabineros. No hubo heridos, pero tampoco
detenidos. "Al sur de Tirúa se están viendo estos
hechos de violencia, y a nosotros nos parece que este es el momento
preciso para que el Estado a través de la autoridad regional
proceda como corresponde, para hacer valer la libre defensa de las
vías públicas. Eso es lo importante y necesario, y
así se lo hemos hecho ver al intendente", opina el gerente
de Corma Región del Biobío, Emilio Uribe.
Toda alternativa de reducir el conflicto
mapuche a hechos aislados y puntuales se asemeja a tratar de tapar
el sol con un dedo. La tala ilícita y el robo de madera ya
son fenómenos comunes que no se reducen al mero pillaje.
Muchas de estas empobrecidas comunidades lafkenches anidan el germen
de una actitud violentista mayor, azuzada por una corriente indígena
internacional y separatista que tuvo su disparo de largada con el
"proceso de recuperación de tierras" iniciado el
12 de octubre de 1992. El fuego en Tirúa es una prueba más
de que el desorden público y la ingobernabilidad están
separados por una línea difusa. No hay olvidar que a veces
son los árboles los que impiden ver el bosque.
Resistencia "on line"
El espacio del movimiento indígena
no es sólo el de los densos bosques del sur, sino también
el de la prolífica y virtual Internet. Basta digitar la palabra
"mapuche" en cualquier buscador internacional para encontrar
referencias y conexiones en todo el globo. Algunas de comunión
cultural y preocupación por los derechos fundamentales de
los pueblos originarios (Centro Mapuche de Derechos Humanos, con
sede en Tirúa) y otras con claros llamados a la autodeterminación
y el activismo de sus lectores.
Sitios como los de Net mapu, mapuche.cl (cuya
editorial está firmada desde Denver, Colorado), Enlace
Mapuche Internacional (Inglaterra), Fundación Mapuche
Folil (Holanda) y Centro de Documentación Ñuke Mapu
(Suecia) se autodefinen como portavoces de la "lucha"
del pueblo araucano contra el Estado chileno y el capital transnacional.
La mayoría de esta páginas electrónicas mantiene
"links" con sitios de organizaciones armadas como las
Farc colombianas, el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru, el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional, la OLP, la ETA vasca o
el IRA irlandés.
"Hemos querido reunir bastante información
sobre nosotros mismos, los estudiantes mapuche en general, nuestras
organizaciones, discursos, actividades, broncas, anhelos y esperanzas,
con tal que dicha información fluya y se transforme en ejemplo
de acción para otros jóvenes de nuestro pueblo que
sientan las mismas "ansias de vivir e impulsos de agredir"
que caracterizan a todos quienes forman parte, colaboran o simplemente
simpatizan con el equipo de esta página", versa el nutrido
portal web de "Resistencia mapuche", que además
exhibe fotografías a todo color de sus líderes, las
marchas callejeras en el sur del país y los encapuchados
talando bosques y empuñando palos o boleadoras.
Si bien la autoría de un sitio web
es difícil de corroborar, lo cierto es que los volúmenes
descritos son tan diversos, extensos, acuciosos y documentados,
que plantear la idea de un deliberado montaje comunicacional a través
de la red resulta poco verosímil. Asimismo, conforme el conflicto
mapuche se apresta a cumplir diez años desde su febril resurgimiento,
las tesis que atribuyen los hechos de violencia a "infiltrados"
día a día pierden validez. Más bien se diría
que Chile asiste a un recambio generacional inédito en los
descendientes directos de los pueblos originarios. Si bien la inmensa
mayoría de los mapuches se han integrado a la sociedad chilena,
a través del mestizaje o la simple convivencia, los sectores
más reacios han tendido a endurecer sus posiciones. No obstante
en el 2002, las implicancias sociopolíticas de ese giro son
aún impredecibles.
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