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A propósito de las Municipales

La tentación del camino fácil

Este segundo semestre del año 2004 trae consigo el inicio de las campañas edilicias en todo Chile, instancia que sirve de preámbulo y escala de medición de fuerzas de las clase política winka, todos ellos fieles representantes de los grandes intereses empresariales nacionales y transnacionales. En este marco cabe preguntarse qué significan estas elecciones a alcalde para los mapuches como Pueblo y que rol nos cabe jugar en ellas.

Por Rodrigo MARILAF*

Tal vez una de las cosas que más caracteriza a nuestra gente hoy día, sobre todo en las comunidades, sea su marcado apego a la institucionalidad chilena. Se trata por cierto de uno de los efectos de los 100 años de opresión política y empobrecimiento económico al que ha sido sometido nuestro Pueblo una vez concluida la guerra de exterminio y ocupación territorial del Wallmapu, y que el Estado chileno eufemísticamente aún llama "Pacificación de La Araucanía". Sin embargo, no se trata tan sólo de una situación de opresión política y empobrecimiento económico, sino también de una pérdida forzada de elementos políticos y culturales propios, además de una asimilación patrocinada por el Estado y sus instituciones destinadas a hacernos desaparecer definitivamente como colectividad.

En este marco de persistente apego a la institucionalidad vigente, existe hoy entre nuestros dirigentes y organizaciones quienes creen que es posible avanzar desde el interior de dicho ámbito ocupando pequeñas cuotas de poder. Esto no debería llamar mayormente la atención si consideramos -se insiste- en el marcado apego histórico de nuestra gente a la legalidad estatal. Sí, llama la atención, cuando quienes sostienen esa posición son dirigentes u organizaciones que dicen compartir una posición autonomista en el movimiento mapuche y agregan estar comprometidos con la idea de reconstrucción política-ideológica de nuestra Nación.

La mesa coja: la falta de acumulación de fuerzas

Tal vez sea ese mismo marcado apego a la institucionalidad chilena de parte de nuestras comunidades lo que motive a parte importante de nuestros dirigentes de base a embarcarse a ocupar dichos espacios como instancia para organizar o expandir ciertas ideas fuerzas. Sin embargo, no existe ninguna posibilidad de avanzar por dicho camino si consideramos la cantidad de recursos que desembolsan los distintos candidatos winkas y la maquinaria de apoyo partidario que suele haber detrás de ellos, elementos que no tienen ninguna relación con lo modesto de los intentos de uno que otro peñi que responda a los intereses reales de su gente en las bases de las comunidades.

Estimo que no tiene ningún sentido real participar de luchas electorales, si no existe un proceso real y de largo plazo de acumulación de fuerzas para un proyecto autonomista y nacionalitario mapuche. Sólo un proceso previo de acumulación real de fuerzas puede eventualmente permitir avanzar en la obtención de pequeñas cuotas de poder comunal, dentro del marco de la dominación institucional chilena. Sólo ese proceso previo y de largo plazo puede dar esperanzas de avanzar no sólo en la consecución de pequeñas cuotas de poder local, sino además permitir un avance concreto en la formulación y expansión de un proyecto de liberación para nuestro Pueblo.

Sin embargo, también existe otro elemento que puede en cierta medida garantizar la elección de uno que otro candidato mapuche como alcalde. Se trata del financiamiento de su campaña a manos de partidos políticos chilenos, sobre todo de los partidos oficialistas, léase Partido Socialista, Demócrata Cristiano, Radical, etc. Este es por cierto uno de los caminos más controvertidos por cuanto contradice el carácter autonomista que debiera tener nuestro movimiento, cuestión que queda en entredicho desde el momento en que se admite que sean los "chilenos" quienes financien las aventuras electorales de uno que otro representante mapuche que desde ese mismo momento queda a disposición del partido que financió su campaña.

Así se produce un choque de intereses si ese peñi buscaba en verdad representar los intereses de su gente, ya que estos entrarán en inmediata contradicción con los intereses del Estado y el partido winka que lo financió. De ahí en adelante, a ese peñi le quedará una sola opción si quiere seguir siendo creíble a su clientela electoral y a su financista político de turno: jugar con fuego y moverse con habilidad entre las brasas, hasta que llegue un momento de definición sobre su opción.

Hoy, a pocos días de que se inicie una nueva coyuntura electoral al interior de la clase política chilena, los mapuche no tenemos en ella mayormente nada que hacer, excepto contemplar como los políticos chilenos se reparten mezquinamente cuotas de poder e influencia. Es necesario ser claro: no es mucho lo que se puede hacer desde el interior de la institucionalidad chilena -antidemocrática en sus pilares- y sí mucho lo que se puede perder al legitimarla y dejarse tentar por ella. Mucho menos si no existe un proceso previo de acumulación de fuerzas en pro de un proyecto real de autonomía y reconstrucción nacional. Nuestra mejor opción para quienes estamos comprometidos con un proyecto, que garantice la libertad y dignidad de nuestro pueblo, es avanzar en la acumulación de fuerzas en nuestras comunidades, en nuestras organizaciones de base, sectores estudiantiles, en las distintas ciudades y trincheras en las que estamos radicados.

* Su autor es un ex dirigente universitario mapuche.
* Columna publicada en Periódico Azkintuwe Nº 7 - Junio de 2004. Pág. 14.

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