Proclama Mapuche - Tehuelche
15 de julio de 2004. Puelmapu (territorio
Mapuche), Chubut-Argentina.
Miles de años antes que cualquier descendiente de europeo soñara
en conformar un estado independiente de los regímenes de gobiernos
con visiones monárquicas e imperiales, nuestro Pueblo Mapuche
se desarrollaba armónicamente en este territorio.
Nuestros antepasados
supieron comprender cada señal de su entorno
y se basaron en él como fuente de inspiración, transformando
en ¨ley¨ cada manifestación de nuestro Itrofillmogen,
la diversidad de vida, la vida en su conjunto, la naturaleza.
De esta
visión surge el ADMAPU que es el conjunto de leyes que
regirán el comportamiento del hombre pero en interacción
permanente con la naturaleza, en un espacio territorial determinado,
nuestro Wallmapu.
Como principio fundamental nuestros antepasados
y nosotros, los actuales mapuche, sabemos interpretar que somos parte
de la naturaleza y no dueños
de ella. Así se nutrió nuestra cosmovisión y así pretendemos
que se perpetúe.
Nuestro Mapuzungun, el habla de la tierra,
nuestro idioma, nos comunica cada verdad de nuestro entorno, transformándose en un lenguaje
que transmite un mensaje profundo, filosófico, ideológico
y espiritual. Este lenguaje jamás pudo adecuar un concepto que
se refiera a la propiedad, a la propiedad privada.
Este concepto de la
propiedad privada es un blanqueo del dominador para justificar el despojo,
la destrucción, la violencia y la muerte.
Nuestro Pueblo Mapuche,
tanto ayer como hoy, valora la reciprocidad, lo comunitario, lo colectivo.
Supo practicar la diversidad cultural internamente.
La horizontalidad organizativa era la libertad absoluta del hombre.
Cada Lofche, comunidad, mantuvo su autonomía y cada espacio del territorio
mapuche preservó su identidad. Nagche, Puelche, Guluche, Williche,
Lafkenche, Wenteche, Pikunche, Pehuenche, Rankulche, estas y otra identidades
territoriales conformaron y conforman la gran Nación Mapuche.
No somos ni chilenos, ni argentinos, ni neuquinos, ni chubutenses,
somos Mapuche, gente de la Tierra.
Ayer, avanzaron con armas de fuego
para matar nuestro cuerpo y con armas
ideológicas para matar nuestro espíritu. Resistimos a
ese avance por parte de los españoles. Tres siglos de guerra
y no fuimos derrotado. Pero nuestros mayores presagiaban una embestida
más
sangrienta por parte de esos españoles nacidos en territorio
mapuche. ¿Qué los
movilizaba a estos criollos a consumar tal genocidio? ¿ Un grito
libertario, o no pagar más tributo a la corona?. ¿Eran
los pobres, los obreros, los peones los que se rebelaban a la monarquía
española o los ricos, los oligarcas y latifundistas que veían
como un obstáculo a la Corona española, para su ambición?
Nacían los estados, se erigía una frontera dividiendo
nuestro territorio en dos y se consumaban los últimos gritos de
libertad de nuestro pueblo. Ya no seríamos mapuche, del saliente
quedarían los argentinos y del poniente los chilenos.
Se fortalecieron las instituciones, los
tres poderes. En lo ejecutivo, ya la horizontalidad no sería concebida. En lo judicial, nuestro
ADMAPU sería reemplazado por el Derecho Romano. En lo legislativo,
los grandes Futa Trawun, grandes encuentros o parlamentos comunitarios
no definirían nuestro futuro, ahora lo haría el Congreso
winka.
Fue el Congreso como brazo legislativo del
Estado quien el 4 de octubre de 1878 autorizó al Poder Ejecutivo, es decir al general Roca,
a establecer "la línea de fronteras sobre la margen izquierda
de los ríos Negro y Neuquén, previo sometimiento o desalojo
de los indios bárbaros de la pampa". Eran nuestros mayores
aquellos bárbaros, nuestros ancestros mapuche, quienes estaban
por sufrir en carne propia la mal llamada Conquista del Desierto.
La
misma terminología que utilizó el entonces ministro
de Guerra para convencer a los legisladores, deja en claro la magnitud
de la usurpación que sufrió y sufre aún nuestro
pueblo mapuche. En el anteúltimo de los párrafos de su
discurso sostenía que creía "justo y conveniente destinar
oportunamente a los primitivos poseedores del suelo, una parte de los
territorios que quedarán dentro de la nueva línea de ocupación".
El
propio Roca, homenajeado por tantas estatuas, admitía en su
mensaje que la Argentina se preparaba a conquistar un territorio que
no le pertenecía, que tenía "primitivos poseedores".
El futuro presidente de los argentinos le pedía a su Poder Legislativo
que le otorgara las partidas presupuestarias necesarias para cumplir
con la Ley 215, que ya había ordenado correr la frontera hasta
el río Negro, en 1867. La idea no era nueva: cuando surgió este
pensamiento, en el siglo XVIII, el desierto empezaba en el Fortín
Areco, Mercedes y el Salado.
Una vez más el invasor ponía en evidencia la dimensión
del crimen que se aprestaba a cometer. Si la Argentina había heredado
las fronteras y posesiones del antiguo virreinato del Río de la
Plata, éstas debían permanecer a unos 200 kilómetros
de Buenos Aires. Pero en agosto de 1878 confesaba Roca ante los miembros
del Congreso, que "la población civilizada se extiende por
millares de leguas más allá de la línea de frontera
que nos legó el virreinato, y la riqueza pública y privada
que la Nación se halla en el deber de garantir, se ha centuplicado".
Fue el Congreso el que aprobó por ley y en forma consciente la
usurpación de nuestro Wall Mapu. En teoría, imperaba el
estado de derecho en la Argentina que nos invadió, sin embargo
sólo un diputado alzó su voz para señalar que se
estaba violando la Constitución de 1853, la que ordenaba "conservar
el trato pacífico con los indios". Esa cláusula constitucional
-que desapareció después de la reforma de 1994- hacía
expresa referencia a los tratados que nuestros lonko (autoridad ancestral
mapuche) habían firmado con autoridades nacionales y provinciales
de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la Confederación
o la República, sucesivamente.
Al internarse las tropas del general Roca
en nuestro territorio, varios de esos tratados estaban en vigencia,
en particular los que habían
firmado nuestros lonko Sayweke, Purrán, Pincén, Mariano
Rosas y Baigorrita, entre otros. Sin embargo, a los que invadían
en nombre de su civilización no les importó respetar los
acuerdos que habían celebrado pocos meses atrás, los que
establecían claramente por dónde pasaban las fronteras.
El Poder Legislativo de la República no reparó en esos
detalles, pero de los 20 artículos de fondo con que contó finalmente
la Ley 947 -la que Roca quería- 15 se destinaron a establecer
cómo se repartirían las tierras que las columnas del Ejército
nos arrebataron. No está de más recordar que el propio
ministro de Guerra se quedó con 15.000 hectáreas de la
mejor calidad, en cercanías de Guaminí.
Sin embargo, el Poder Legislativo no consideró necesario reaccionar
cuando las columnas del Ejército cruzaron el río Neuquén
para subyugar el territorio mapuche pewenche. No aceptamos la explicación
de la "historia oficial" que excusa el atropello
a partir de la insubordinación de un subalterno: Napoleón
Uriburu.
Roca convalidó su violación a la ley y la hizo propia,
ante la ausencia moral de diputados y senadores, cómplices con
su silencio de la usurpación que también sufrieron nuestros
mayores al sur de los ríos Neuquén, Negro y Limay. Es más,
ya en la presidencia de la Nación, el perpetrador de la guerra
que nos trajo el winka dispuso nuevas expediciones al Nahuel Huapi, a
la cordillera de los Andes y al interior del actual territorio patagónico.
Buscaba que ninguna de nuestras comunidades pudiera permanecer en libertad,
que el sometimiento fuera total, que el genocidio se consumara. Para
concretar los postreros ataques contra nuestro pueblo dejó la
hipocresía de lado y ni siquiera se preocupó por guardar
las formas: el Congreso se encontró frente a hechos consumados
que no había previsto en leyes y debates. A nadie le importó demasiado
que la Argentina cargara en su conciencia con crímenes que hoy
serían considerados de lesa humanidad: fusilamientos, sumarios,
deportaciones masivas, desmembramiento de familias, prisión en
condiciones infrahumanas, esclavitud y otros regalos notables que recibimos
de la civilización. Sólo un pequeño sector de la
prensa demostró cierta vergüenza ante el atropello, pero
sus páginas fueron rápidamente olvidadas por quienes decidían
qué sucesos de la historia debían relatarse y cuáles
no.
Fuimos testigos silenciosos de décadas de seudo democracias,
golpes militares, muertes y desapariciones, pactos, negociados, lobby,
endeudamientos, entregas, guerras, cipayismos, desarrollismos, transnacionalización
y flexibilización, populismos, capitalismos, neoliberalismos,
privatizaciones y globalización.
Hoy como ayer este Congreso sanciona leyes
que tienen como objetivo allanar el camino de la destrucción, de la depredación
y de la rapiña. Empresas mineras, multinacionales, forestales,
grupos empresariales nacionales e internacionales como Benetton , se
ven beneficiadas por "el derroche filantrópico" de
este Congreso a estos sectores.
Hoy como ayer una justicia encargada de
legitimar una nueva conquista. La judicialización, la criminalización de la lucha de nuestro
Pueblo, es la última "moda" en los pasillos de
los Tribunales. Vimos cómo recientemente "depuraban" la
máxima
instancia judicial por considerarla vinculada al anterior gobierno. Esto
no garantiza que en el resto de los tribunales del país la justicia
no siga siendo socia de la corrupción, de los negocios, de intolerancia
racial y de la perpetuidad de la ideología de la conquista y el
sometimiento.
Y un poder ejecutivo que se mimetiza según la ocasión.
Dos
décadas de democracia consecutivas han dejado un saldo de
permanentes enunciados pero se ha acentuado la asimilación a través
del clientelismo, y el control a través del asistencialismo y
el punterismo político hiriendo gravemente nuestra organización
política ancestral. A medida que la banda presidencial es traspasada
de un mandatario a otro, la demagogia va impregnada en esta, provocando
un abismo cada vez mayor entre la cultura dominante y las culturas
de los Pueblos Originarios.
Les preguntamos a los tres poderes, a Ud.
Señor Presidente, a
Uds. Sres. diputados y senadores y a Uds. señores jueces ¿qué entienden
por diversidad cultural?, ¿alguna vez se preguntaron sobre la
existencia de más de veinte Pueblos Originarios en este territorio?, ¿Alguna
vez investigaron sobre su pasado, sobre su historia, sobre como también
fueron sometidos?, ¿Alguna vez reflexionaron críticamente
sobre qué es la democracia en un país multiétnico?, ¿Es
posible vislumbrar un futuro de libertades plenas, condenando a la desaparición
a los Pueblos Indígenas o excluyendo a más del 50 % de
la población de este país, pertenecientes o no a los pueblos
originarios?
Hoy, un sólo pensamiento hegemónico, condena a este planeta
a la pena de muerte. Cientos son los pueblos originarios que en el contexto
mundial emergen para salir del silencio. Luchamos por nuestra libertad
y por nuestra autodeterminación. Tenemos un conocimiento milenario
que nos permite enfrentar a un libre mercado con una economía
solidaria Nuestra cultura es la base del desarrollo, busca elevar la
calidad de vida de las personas tanto desde un punto de vista individual
como de las necesidades colectivas de la comunidad.
La tierra para nosotros no es un factor de producción sino es
el origen y la verdad de nuestra existencia, es el espacio donde recreamos
armónica y plenamente nuestra cosmovisión. Jamás
permitiremos que nuestra Mapu -Tierra sea prostituída al mejor
postor.
La vuelta o el regreso de la gente de la
tierra a esta, significa, una salida a la concentración urbana, a la desocupación
y a la marginalidad.
El comité de descolonización de Naciones Unidas escuchó nuevamente
el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas por parte del
canciller Argentino, mientras tanto ingleses, belgas, franceses, italianos,
grupos empresariales extranjeros se quedan con el sur, con el centro
y con el norte del territorio de este país .
A la sociedad en general, les decimos que
mientras existan las montañas,
mientras existan los lagos, los ríos, los bosques, nosotros Mapuche
-Gente de la Tierra- seguiremos existiendo y resistiendo.
Hoy como ayer, la palabra, el habla no tiene
muchas oportunidades. La intolerancia y sometimiento prevalece sobre
todas las cosas. No tenemos
mucho margen de error, si pretendemos dejar un país respirable
a las futuras generaciones. Las diferencias de pensamientos, de credos,
de raza, de cosmovisiones deberían ser fuente de inspiración
y no de represión.
Un antepasado Mapuche, un orientador de
la resistencia, presagió frente
a la muerte, al saqueo y la invasión, que de cada uno de nosotros
que caiga diez nos levantaremos.
Por territorio, justicia y libertad. ¡MARICI
WEU!
Pueblo Mapuche
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