Portada | Indice | Noticias | Documentos | Medio Ambiente | Archivo | Foro | Calendario Eventos | Enlaces | Nosotros

El Derecho a la Tierra Ancestral - Un pueblo con Hambre por un Cambio

Por Nina Dean* - 10 de Junio de 2011

El corazón de un pueblo es como un río que fluye hacia el mar y el de sus líderes es como el de aquel salmón sabio y generoso que contracorriente conduce a su pueblo de vuelta a casa. De este modo sacrifican sus vidas por la preservación y perpetuación de las generaciones venideras, mientras que en su corazón sigue latente una profunda resonancia. El río, que va y viene, sube y baja, perdura a pesar de estar azotado tanto por inundaciones como por sequías, pero no por ello persiste sino porque tal es su ajetreada y turbulenta ventura. Y sobre todo, el río encuentra su destino a pesar de sus circunstancias. El corazón de la Nación Mapuche no es diferente.

Como un gran río que culebrea, la serpiente de brillo plateado se aferra a la tierra abrazándola con su luz, con su amor, con su verdad, con su belleza y con su divina gracia universal. Su movimiento eterno no se puede medir, su trascendental mirada no se puede dominar ni domesticar; porque en el corazón de la serpiente habita el sagrado corazón del hombre enraizado con la madre tierra, conocido en la Nación Mapuche como nuke mapu.

Este es el corazón sagrado del hombre que vive en perfecta comunión con su tierra, el cual late con gran fuerza en los corazones y en las mentes de los indígenas y de sus líderes. Es este virulento latido de corazón el que anima a los mapuches, y a todos los indígenas a lo largo del mundo, a enfrentarse a un capitalismo que conduce a la eliminación de su cultura en un impulso genocida llevado a cabo en complicidad con las agendas de los gobiernos mundiales. Del mismo modo, les anima a hacer frente a las vergonzosas intenciones de mantener el dominio y el control sobre las riquezas de las naciones, a pesar de las consecuencias que tengan sobre el hombre y la naturaleza.

Hace ya casi 500 años de la llegada al Wallmapu (territorio ancestral mapuche) de las fuerzas coloniales españolas, cuya presencia hostil fue sistemáticamente rechazada por los guerreros mapuches, por sus héroes y líderes nacionalistas. 130 años después llegó la brutal colonización chilena y argentina, ocupando ilegalmente el fértil y preciado territorio ancestral mapuche, y echando a los habitantes indígenas de sus tierras para entregárselas a acaudalados extranjeros: en total fue donado un 5% de su territorio original. El río, que es la voluntad del pueblo mapuche y la inspiración de sus ancestros, continúa su camino hacia su último destino: autodeterminación, justicia, igualdad, libertad y la autonomía del territorio ancestral.

El territorio ancestral mapuche fue contemplado por los chilenos y argentinos de la misma forma que lo hicieron antes los colonos españoles: simplemente como un valor activo, rico en recursos naturales para apoderarse de ellos como de fruta madura, considerado meramente como una reserva para explotar a su antojo, de acuerdo con las demandas de la población de esos estados. A medida que las modernas naciones capitalistas se desarrollaban y expandían hacía falta recursos y más recursos con los que alimentar la expansión del estado. En efecto, la anexión ilegal del Wallmapu mapuche por las repúblicas de Chile y Argentina se asemeja bastante al anterior intento de la Corona de España de subyugar y de apoderarse del territorio mapuche, y sentó las bases de la seguridad económica del futuro de estas naciones. Todo ello a pesar de que los países anteriormente citados firmaron tratados estableciendo que toda la región más allá de los ríos Bio Bio y Colorado era territorio nacional mapuche. Esos tratados siguen vigentes hoy día al amparo de las leyes internacionales.

En consonancia con esta predisposición histórica de controlar el territorio mapuche mediante una combinación maquiavélica de fuerza bruta y manipulación, y siguiendo la estela de los anteriores gobiernos chilenos y argentinos, el actual gobierno derechista de Chile, presidido por el antiguo empresario Sebastián Piñera, alberga a largo plazo planes secretos para asegurarse el control total sobre el territorio mapuche y sobre sus recursos. Una agenda estratégicamente disimulada bajo un velo de superficial retórica cuando habla de cara al público, con la sola intención de disfrazar un supuesto giro político, ideado para lanzar una cortina de humo con la que disimular sus espantosas ambiciones futuras.

Estas intenciones están más que confirmadas a juzgar por la indignación general en Chile por los planes de ejecución en el territorio mapuche del proyecto de construcción de la presa de HydroAysén . A propósito de ello el presidente Piñera señaló que “la gente merece más protección que los árboles” e insistió en que la nación tendrá que hacer frente a apagones de luz si el proyecto de HidroAysén no es aprobado. De esta manera justifica el estado sus intentos de explotar el territorio mapuche para los futuros mega-planes de desarrollo. Este es un objetivo a largo plazo, al cual Piñera se refiere a ellos como “la vía chilena” y el “sueño chileno”; pero como todos los sueños de los hombres, la utopía sólo está en la imaginación del que la contempla, y como tal, está subordinada a las aspiraciones y a los valores de cada individuo o grupo. El sueño de Piñera, o “la vía chilena”, fue devotamente concebido por la elite empresarial posterior a Pinochet, incluido su hermano José Piñera, ministro de minería durante la dictadura. Éste tiene como objetivo la privatización de las empresas nacionales y el liberalismo económico salvaje, además de construir y consolidar un mega estado capitalista en el que los ricos sean más ricos y más poderosos, sin consideración alguna de los derechos civiles, políticos y humanos del pueblo mapuche, y sin tener en cuenta los múltiples y legítimos tratados históricos previamente firmados por las dos naciones.

Por el contrario, los indígenas mapuches, que han vivido con sostenibilidad, armonía y respeto en el Wallmapu, la tierra ancestral en la que han habitado desde hace cientos de años, mantienen una perspectiva antagónicamente opuesta en lo que se refiere a su moral, valores y objetivos debido a su tradicional visión cosmogónica (fundamentalmente basada en la permanente comunión de la madre tierra con sus moradores, a los que proporcionan protección y recursos necesarios), la cual a su vez copa sus aspiraciones como pueblo. El sueño mapuche es continuar viviendo como lo hicieron sus ancestros hace cientos de años; con sostenibilidad y respeto por el entorno, y sin sobre-explotarlo en su propio beneficio. Es de esperar por lo tanto que este conflicto de intereses haga aumentar la enorme tensión que ya existe. No obstante, el desequilibrio de poder de las fuerzas enfrentadas es notorio y evidente. El estado se ha mantenido en el poder por medio del poder militar y la riqueza económica, mucha de la cual originariamente deviene de la ilegal expropiación de la tierra y de los recursos mapuches, así como de las otras naciones indígenas a la que en tiempos pretéritos también robaron sus tierras. Pero lo más triste es que sus opciones pasan por mantener esta posición de explotación.

Hoy en día, los recursos mapuches son ilegalmente adquiridos por medio el uso militar de la fuerza, cristalizada mediante la militarización de las comunidades mapuches; esta represión es ejercida sobre los activistas de los derechos sobre la tierra ancestral y sobre los miembros de las comunidades que se resisten a la ocupación y a la asimilación. Dicha represión es llevada a cabo mediante la ilícita y arbitraria detención de los mapuches y sus líderes, usando principalmente la ley antiterrorista (introducida bajo la dictadura de Pinochet para reprimir la disidencia democrática). De este modo, se permite la implantación insoslayable en el territorio mapuche de los proyectos forestales, agrícolas, minerales y energéticos (en violación de las convenciones internacionales). En última instancia, a través de la criminalización de sus actos y en virtud de procesos llevados a cabo por el estado judicial chileno, se les niega a los mapuches sus derechos de justicia, igualdad y autodeterminación.

Imagen: Hector Llaitul, prisionero político mapuche en huelga de hambre, en la Corte de Cañete acompañado de amigos y simpatizantes. Marzo, 2011

Los mapuches son una nación pacifica pues no tienen ejército, además representan el sector más desfavorecido económicamente de la sociedad chilena. Esta situación viene motivada por el robo primigenio de sus fértiles tierras por parte de los estados de Chile y Argentina. Aproximadamente el 50% de la población del Wallmapu fue forzada a emigrar para trabajar en las grandes ciudades del norte, donde dicha situación se perpetúa mediante la discriminación racista. En pocas palabras, hoy en día los mapuches salen adelante solamente gracias a su coraje, a la fuerza de su cultura y de su identidad y a su arraigada y profunda creencia espiritual en la cosmovisión mapuche.

Hay que destacar que la resistencia a la invasión, a la ocupación y a la asimilación ha sido constante desde hace 500 años hasta el presente día, como lo constata la huelga de hambre llevada a cabo por cuatro prisioneros políticos mapuches: Héctor Llaitul, Ramón Llanquileo, Jonathan Huillical y José Huenuche, miembros de un movimiento base de lucha por los derechos de las tierras ancestrales  -Coordinadora Arauco Malleco- . Los prisioneros políticos, en un primer momento, fueron condenados a 25 y 20 años de cárcel respectivamente por haber robado e intentado asesinar supuestamente a un oficial del gobierno chileno, luego sus condenas fueron reducidas por la Corte Suprema de Chile a 14 y 8 años respectivamente. Estos hombres han iniciado una huelga de hambre en un intento desesperado por buscar justicia y un proceso justo sin la aplicación de la ley antiterrorista, la cual permite que se utilicen pruebas obtenidas de testigos anónimos que no pueden ser examinadas por la defensa. Igualmente piden que no se les juzgue en cortes militares y civiles al mismo tiempo, y en última instancia piden no ser condenados a exageradas y desproporcionadas sentencias que pueden ir más allá de los 100 años, la mayoría de las veces por cargos menores. Del mismo modo, también quieren denunciar la ausencia de juicios justos, transparentes y con el respecto al debido proceso, de acuerdo con las normas de las leyes internacionales. La actual huelga de hambre mapuche surge como un desafío nacional unificado contra la imposición forzada de “la vía chilena”, y si bien el resultado de la actual huelga de hambre está por ver, se puede decir con certeza que los mapuches están hoy en día tan convencido de la importancia de ganar esta batalla contra los objetivos económicos de Chile como lo estuvieron siempre en los 500 años de lucha.

Perder este combate traería consigo perder todo lo que de verdad tiene sentido y valor para ellos, sin tener en cuenta además la perdida de esa conexión tangible con Dios conocida como Ñenechen. Desde este contexto, quizás sea más fácil para la población no mapuche entender que la importancia de la lucha es cuantificable sólo cuando se tiene en cuenta que sus medios de subsistencia están indisolublemente relacionados con los derechos territoriales sobre la tierra mapuche, y son sinónimos de su profundo sentimiento de comunión con Dios a través de la Madre Tierra (Nuke mapu). El ancestral Wallmapu y esta comunión están incuestionablemente unidos y por lo tanto no son negociables ni lo serán nunca jamás.

*Vicesecretaria
Enlace Internacional Mapuche

Traducido por Pedro Arenas

 

Subir


Enlace Mapuche Internacional. Copyright © 2002.
Para toda información relacionada con esta pagina, incluyendo diseño, contactar info,
click aquí