Reino de Araucanía y Patagonia:

Una Institución al Servicio de la Causa Mapuche

Por Pedro Arenas - 23 agosto, 2011

El R.A.P. (Reino de Araucanía y Patagonia) nació con una campaña de desacreditación desde el momento mismo de su creación. Tal campaña comenzó diciendo que Orellie Antoine, primer rey, era un loco y que fue proclamado rey en una especie de aquelarre de jefes mapuches que lo nombraron rey “así por las buenas”. Nada más lejos de la realidad, la proclamación del rey Aurelio Antonio I fue una decisión meditada y democrática tomada por los lonkos (jefes) mapuches congregados en una asamblea conocida como Futa Kollog, eligiendo como forma de gobierno la monarquía constitucional. La fundación del reino respondía al deseo de los lideres mapuches de legalizar y visibilizar su condición de pueblo, ante la inminente invasión de los estados de Chile y Argentina, conforme al derecho que le otorgaba el tratado de Killín, firmado con los españoles, a ser considerada como una nación independiente. Es por ello que con la ayuda de Orellie Antonie fundaron el reino. Finalmente, tal campaña y la posterior anexión del territorio mapuche por parte de los dos estados hicieron que el reino tuviera que exiliarse.

Principe Felipe recibe un kultrun (tambor ceremonial) de manos de Reynaldo Mariqueo, Consejero del Reino, mientras el Canciller del Reino, Baron Raoul de Lavalette de Saint Genies, Duque de Boroa, observa el acto.

Al contrario de lo que se pueda pensar aquella no fue una decisión anacrónica ni anclada en formatos que llevaran consigo los estándares políticos del Antiguo Régimen, en los que el rey hacía del absolutismo su forma de gobierno. Muy al contrario, los lonkos allí congregados acaso previeron una de las formas de gobierno que, como ha quedado demostrado, mayor estabilidad y continuidad ha tenido en muchos de los países que han sido proyectados hacia los más altos índices de bienestar durante el siglo XX. La monarquía parlamentaria, sin ser un sistema perfecto ni mucho menos, es uno de los sistemas de gobierno que más progreso, logros políticos y justicia social han proporcionado a los ciudadanos de los países bajo esta forma de gobierno. España, Holanda, Inglaterra, Dinamarca, Suecia, etc. tienen este sistema.

Si bien es cierto que cualquier intento de instaurar una monarquía parlamentaria en América Latina ha fracasado, no debemos olvidar que el sistema republicano en muchos de los países de hispanoamericanos ha sido ineficaz con respecto a la implantación de democracias reales. Muchas de estas repúblicas degeneraron en dictaduras y en regímenes autoritarios mientras que algunas de estas democracias han demostrado ser incapaces para garantizar algunos de los derechos fundamentales de la población, especialmente de la población indígena. Así mismo, tampoco han conseguido sistemas donde la justicia social sea el principal activo político para la creación de sociedades en las que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley.

Por el contrario, podemos observar que los países con más alto índice de desarrollo humano, los más estables en términos políticos y económicos, los que mayores libertades tienen, los más igualitarios, los menos fraudulentos tienden a ser monarquías parlamentarias. En estos sistemas el rey tiene un papel meramente representativo, se podría decir que el rey desempeña la labor de ser el principal diplomático. Un rey es una figura neutral e imparcial, porque no debe su elección a ningún partido político ni tiene por qué favorecer a ninguno.

Moneda conmemorativa del 150 Aniversario de la fundación del Reino de Araucanía y Patagonia.

La monarquía parlamentaria puede ser definida como una forma de gobierno en el que el rey  ejerce la función de Jefe del Estado y se haya bajo el control del poder Legislativo o Parlamento y del poder Ejecutivo que es el Gobierno, esto significa que se encarga de reinar pero no de gobernar. En la mayoría de las monarquías parlamentarias actuales la autonomía y poderes del monarca están muy limitados y recortados. La toma efectiva de decisiones se mantiene en el Gobierno y en las distintas cámaras de representación parlamentaria, que en este caso son considerados los depositarios de la soberanía popular. En este sistema de gobierno los individuos no son súbditos en el sentido clásico del término, por el contrario son ciudadanos que participan en las decisiones políticas y en la elección de sus representes, es una forma de participación que garantiza los derechos democráticos de la ciudadanía.

Este es el modelo que propone el R.A.P. como filosofía política, si bien la implantación de una monarquía en el Wallmapu es en estos momentos es imposible, la función principal del Reino en la actualidad es la de servir como una herramienta más en la recuperación de los derechos históricos del Pueblo Nación Mapuche y la de servir de vehículo canalizador para una resolución política del actual conflicto que se vive allí.

Hoy, como hace siglo y medio, el Reino, instalado en Francia, aún sigue siendo objeto de campañas desacreditadoras y desestabilizadoras que tienen como objetivo acabar con esta tradición de 150 años. Por ello es preciso contrarrestar algunas compañas de difamación sobre el RAP que campan por internet en varias páginas webs y en Facebooks de diferentes personajes que bien por ignorancia, por ánimo de relevancia o por malicia difaman y lanzan mentiras y bulos sobre las actividades del R.A.P. Los hay que se autoproclaman cónsules o directamente herederos del trono, en otras webs se desvirtúan lo hechos históricos y se da a entender que el Reino es una excentricidad de unos cuantos, todo ello por ignorancia o con una clara intención de intoxicación informativa. Es por ello que debe conocerse la labor del R.A.P.,  durante todos estos años, por la consecución de los derechos históricos del pueblo mapuche, la cual es igualmente desconocida por parte de la población mapuche.

Quizás una de las principales armas en la lucha en favor de los derechos de un pueblo es la continuidad, la insistencia y la unidad de acción. El reconocimiento de los derechos políticos en el Wallmapu se conseguirá cuando haya continuidad en esta línea de acción y se prolongue en el tiempo, acercándose cada vez más y con la vista fija en los objetivos políticos a alcanzar. En este sentido la continuidad del R.A.P. durante el último siglo y medio pone de manifiesto que es una de  las vías más eficaces para la visibilidad de la problemática política mapuche; en su persistencia está su valor y no es contraria sino complementaria a otras líneas de acción que se llevan a cabo en el Wallmapu por la recuperación de los derechos históricos de autodeterminación y autogobierno.

Es importante por lo tanto que en una situación tan difícil como la que se vive en el territorio mapuche haya una institución histórica que dé a conocer internacionalmente el conflicto, pues como todos sabemos los gobiernos de Chile y Argentina no van a regalar nada y sólo se seguirá avanzando en el conflicto a medida que el compromiso y el activismo político sea cada vez mayor, dentro y fuera de los dos países.

Desde M.I.L. (Mapuche International Link) estamos convencidos que el RAP tiene un papel que jugar en la consecución de los derechos históricos del pueblo mapuche, si bien estoy convencido de que el camino a recorrer será largo y difícil. Sin embargo, los 500 años de resistencia y lucha prueban que el pueblo mapuche no se rinde fácilmente, pues sólo la persistencia y la tenacidad harán madurar los frutos de los objetivos políticos que durante los últimos 150 años han sido norte y guía del pueblo mapuche.

El derecho a decidir sobre su propia tierra es un derecho que habrá de ganárselo a través de los años utilizando todos los recursos que sean posibles; los objetivos a corto plazo del R.A.P. no son otros que ser una herramienta útil en la consecución de tales derechos. Por supuesto sabemos que la implantación de un Reino Mapuche en el actual escenario político de América Latina se antoja muy difícil, aunque una de las tareas a realizar es subvertir la idea de que tal reino es una utopía, pues si bien hoy en día no es posible, los escenarios políticos sufren mutaciones y quizás algún día se den las condiciones necesarias para la implantación de una monarquía constitucional, indígena, moderna y basada en los derechos históricos emanados de la constitución mapuche de 1860.

En aras de la consecución de estos derechos políticos que la mayoría de los  mapuches, y muchos europeos, consideran que son inherentes  al pueblo mapuche, pues tienen base jurídica e histórica, pero sobre todo moral, la aportación del R.A.P. en este sentido consideramos que pueda ser de suma importancia. Entre todas las asociaciones, colectivos y grupos de presión mapuches que batallan por la restitución de sus derechos, creemos que el RAP puede contribuir con su granito de arena a alcanzar los objetivos marcados por la pueblo mapuche, y que las aportaciones del RAP en organismos internacionales han sido de gran provecho en aras de visualizar el conflicto político mapuche a nivel internacional. Por eso consideramos que su labor debe darse a conocer en el Wallmapu, debe de haber una concienciación sobre la idoneidad de contar con una institución como el RAP, el cual pone todos sus recursos al servicio de la causa mapuche. Quizás el desconocimiento lleve a pensar a muchos mapuches, con los que compartimos objetivos, proyectos de futuro y anhelos, que el RAP es algo así como una institución inocua, ineficaz y anclada en preceptos monárquicos decimonónicos que no tiene cabida dentro del proyecto político actual de implementación de las condiciones necesarias para la consecución de un autogobierno en el Wallmapu. Nada más lejos de la realidad, tal y como queremos subrayar, el RAP tiene mucho que aportar debido a la legitimidad histórico-jurídica del Reino, lo cual puede ser aprovechado profusamente como un medio más de presión sobre los gobiernos de Chile y Argentina. Los objetivos políticos se conseguirán golpeando en diferentes frentes y el RAP puede presionar resortes que otros grupos y asociaciones mapuches no pueden presionar.  De todos es sabido que la unión hace la fuerza y a esta unión apelamos. El objetivo de los que trabajan por el mantenimiento del Reino  no es otro que el de abrir puentes de conexión entre el RAP y la población mapuche y el de dar a conocer la labor de esta institución durante el último siglo y medio.

Sin duda los mapuches se darán la forma de gobierno que ellos estimen conveniente cuando las circunstancias sean propicias para la implantación de un autogobierno mapuche en el Wallmapu. Hasta entonces monárquicos, republicanos, mapuches y no mapuches, gentes con conciencia social, simpatizantes con la causa de diferentes sensibilidades y posiciones políticas deben de remar todos juntos en la misma dirección para acercar cada vez más los objetivos legítimos de autogobierno y autodeterminación de la Nación Mapuche, y sobre todo para mejorar las condiciones de vida de la población en el territorio ancestral. Lo que pase después de la consecución de tales derechos los mapuches lo decidirán.


 

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