Hechos Históricos:

El Reino de Araucanía y Patagonia

R. Marhikewun - marzo 1989

Los historiadores chilenos y argentinos nos han querido convencer que, con la independencia de los criollos de España en 1810, automáticamente el pueblo Mapuche se liberaba también de su enemigo y por consiguiente de toda amenaza de injerencia extranjera; como prueba de esto recurren a las retoricas que los republicanos demagógicamente evocaran, los cuales utilizaban como bandera de lucha anticolonial la resistencia histórica de nuestro pueblo y como símbolo de lucha a nuestros héroes. El discurso criollo estaba diseñado a persuadir al mapuche envolverlo en la guerra, argumentando que su lucha era nuestra lucha y la victoria contra el Español sería también la victoria mapuche. Se inauguraba así el comienzo de la actitud normal del winka (blanco/extranjero) de pensar, hablar y decidir por nosotros, actitud que se ha mantenido invariable hasta nuestros días.

Los mapuches por el contrario, veían la guerra de la independencia de un ángulo completamente diferente, para ellos, ésta no era más que una pelea entre winka (extranjeros) y cualquiera que resultase victorioso pasaría inevitablemente a ser su adversario, pues su naturaleza y actitud de desprecio y subestimación hacia el mapuche con el correr de los siglos no había variado y no existía razón valedera para asumir que ésta cambiaria.

El hecho que los mapuches no se hayan sumado a la guerra de independencia y más tarde en una acción humanitaria dieran refugio a los realistas perseguido, fue visto por los criollos como un acto de 'traición'. Esta visión aparentemente contradictoria, creada interesadamente por los criollos, revocaba con la determinación absolutamente clara del mapuche, que descartaba la supuesta "integración" a las repúblicas y la veía como un mero discurso propagandístico, que se contradecía con el espíritu y voluntad del mapuche de preservar su independencia de toda intromisión extranjera o winka. En un territorio independiente, cuyo pueblo celoso de su soberanía, que ejercía como cualquier otro pueblo su autodeterminación, hace su entrada a la Araucanía y Patagonia el francés Orelie-Antoine de Tounens.

Habían transcurrido cincuenta años de la independencia política (1810) de Chile y Argentina de España, cuando en 1860 se crea en la Araucanía y Patagonia un Reinado. Este evento histórico nace en momentos en que las nacientes repúblicas, entonces cada vez más consolidadas, se preparaban para apoderarse del territorio Mapuche, mediante el empleo de la violencia y la fuerza de sus armas. Las acciones militares de provocación en la Frontera de ambos lados de la cordillera de Los Andes se intensificaban y haciendo uso de sus instrumentos jurídicos se adjudicaban por decreto "legalmente" el territorio Mapuche, decretando fiscales mas allá de sus fronteras, territorios aún no conquistados y pretendiendo, mediante comunicados oficiales, extender la aplicación de sus leyes domesticas a personas sobre los cuales no ejercían ningún control.

La creación del Reino en la Araucanía y Patagonia, territorio de la entonces, reitero, independiente nación Mapuche era, hasta hace poco, uno de los episodios históricos más olvidados y desconocidos por las generaciones mapuche de hoy. Los Kimches (historiadores mapuche) y los más ancianos de nuestras comunidades lo recuerdan, pero ambos sectores son los más atacados y despreciados por la sociedad winka, a los primeros por su método de enseñanza oral o hablado de comunicación de la historia y literatura, se les relega por "anti-científica" al mundo folclórico de la "magia y de la fábula", mientras a los otros se les insulta de "aindiados" en otras palabras "incivilizados" o "incultos", descalificados los primeros y desprestigiados los segundos, a las generaciones mapuche no les queda otra alternativa que aceptar la versión oficial o más bien semi-oficial, porque curiosamente, los historiadores winka no lograron, del todo, ponerse de acuerdo y transmitir una versión coherente sobre la formación del reinado. Sin embargo, en general este evento al igual que otros eventos históricos de nuestro pueblo es presentado como un episodio cómico y ridículo, indigno de formar parte de nuestra historia.

La historia mapuche escamoteada e insertada en la historia oficial de Chile y Argentina (depende del país en el que hoy nos encontremos) que cumpliendo un rol transculturizador, registra los sucesos históricos y los presenta de tal forma que hace que el mapuche sienta vergüenza de sus héroes, cultura y su pueblo. Para algunos mapuches que se aventuran indagar más a fondo sobre este hecho histórico, terminan aceptando su existencia pero 'convencidos' lo calificaran como un lamentable hecho desgraciado o un mero 'accidente histórico', pues no pueden concebir que los mapuche puedan haberse asociado, y depositado su confianza y el destino de su pueblo a manos (según la versión, esta vez unánime del winka) de un 'loco'. Pero... ¿Era realmente loco?

La nación Mapuche y sus líderes veían la inminente invasión de los nuevos colonizadores, fue en ese período de tensión a las puertas del fin de nuestra existencia de pueblo independiente, cuando llegó a Chile (1858) Orelie Antoine. Ferviente admirador de nuestro pueblo por la gloriosa gesta libertaria, que librara contra los colonialistas, que como los propios adversarios lo reconocieran, le significó a España en gastos militares, armas y soldados más que a toda la "conquista de América", y aun así se vieron obligados a firmar una veintena de tratados con el pueblo Mapuche para mantener la paz.

Orelie Antoine quería conocer -como lo dijera en diferentes ocasiones: "esa raza noble, de héroes". La aceptación, integración y posterior confianza, que las autoridades mapuche depositaron en él, fue el producto de sus propios méritos, su compromiso y lealtad con nuestra causa, es lo que hoy nos obliga a reconocer en Orelie Antoine su alta envestidura que irremediablemente lo ubica a la altura de nuestros más preclaros héroes.

Las circunstancias de emergencia que el pueblo Mapuche enfrentaba en esos momentos, por el evidente desbalance de su poder defensivo, por las nuevas armas que las repúblicas introducían en sus ejércitos; la ayuda, los aliados y el reconocimiento internacional de nuestro pueblo, era más que nunca reclamado. Pero las armas no bastaban; en un mundo occidental euro-centrista, racista y repugnantemente chovinista, que desmerece todo aquello que no se adecua a su visión de entender la civilización y cultura, frente a esta realidad los líderes mapuches -sin duda- creyeron que había llegado el momento de probar una nueva estrategia en la proyección y legitimación de su nación en el ámbito internacional. La monarquía le presentaba esa oportunidad, era algo así como la "última carta del naipe" en su larga lucha en defensa de su soberanía y autodeterminación, y esta quedo constituido el 17 de noviembre de 1860 con la aprobación de una constitución, Orelie Antoine fue declarado Rey.

La constitución (revolucionaria para la época) garantizaba las libertades individuales y la igualdad ante la ley, además de la amplia participación mapuche en los cuerpos legislativos, jurídicos, administrativos y políticos. En efecto, la nueva organización social que el pueblo Mapuche se daba, aunque aparentemente inconsistente con la forma de organización tradicional, en la práctica le otorgaba lo que ambas repúblicas le negaban.

Creo es necesario señalar que sería ilógico asumir que la decisión de aceptar las reglas de occidente no estaban en contradicción con el carácter altivo de nuestro pueblo, que se había logrado hacer respetar reteniendo invariablemente sus sistema de organización social tradicional. Aquellos que creen que la decisión de aceptar a un extranjero dirigir los destinos de nuestro pueblo fue una medida cómoda, fácil o precipitada, desconocen la naturaleza y el sentido común de la inteligencia y política mapuche. Cuentan nuestros Kimches que en la localidad de Lul-lul Mawidha al interior de Temuco, llegaban mapuches de diferentes puntos de la región (incluyendo del lado Argentino) los que recibido protocolarmente por el lonko (jefe local) se quedaban deliberando por semanas (esto en pleno estado de guerra). Esto es lo que contemporáneamente se conoce como: conferencias, simposios, reuniones de estudios, de expertos, etc., eran los que planeaban la política y la estrategia militar de la defensa nacional, de tal manera que los mapuches no improvisaban y las decisiones tomadas eran pensadas, discutidas y planificadas minuciosamente.

Si bien es cierto, un gran número de historiadores criollos, al igual que los medios de comunicación (acotándose mutuamente) parecieran en general coincidir en la perpetuación de la visión estereotipada que entonces crearan sobre el Rey Orelie, sin embargo, hay también hechos históricos que ponen la farsa al descubierto, lo cierto es que había que mantener esa visión para desprestigiar y restarle toda importancia y credibilidad a la Monarquía con el objeto de socavar su eventual consolidación.

Las autoridades chilenas, no obstante haber sido los promotores de la farsa publicitaria, en la práctica lo tomaron muy en serio, tan en serio que la monarquía fue rápidamente infiltrada por los servicios de seguridad chileno, y como si esto fuera poco ofrecieron 250 Piastra de recompensa por su captura vivo o muerto. En efecto, con la asistencia del espía Rosales, que se las había ingeniado para trabajar como sirviente del Rey, que mas tarde, durante el proceso al Rey Orelie, se reveló su real función (Cabo Segundo del Escuadrón Civil de Nacimiento). Rosales mantuvo informado a sus superiores sobre el movimiento del Rey Orelie en el Wallmapu, hasta que un 5 de enero de 1862 aprovechando que el Rey se trasladaba a un sector cercano de la frontera, es secuestrado por un Comando Militar que había penetrado en el territorio Mapuche disfrazado de comerciantes (curas y comerciantes eran admitidos en el territorio Mapuche).  

El cerebro tras la "operación" fue el criminal Cornelio Saavedra, arquitecto además de la "Pacificación de la Araucanía", que mas tarde aplicara contra la nación Mapuche la estrategia militar de "tierra arrasada". Encarcelado en la prisión de Los Ángeles, el Rey Orelie fue objeto de un trato brutal y degradante, confinado en una celda oscura y húmeda, carente de salubridad, privado de alimentos y atención médica, fue arrojado allí para que se 'pudra', pero revelemos el testimonio del propio Rey Orelie sobre su macabra experiencia en las mazmorras del héroe de los chilenos, Saavedra: "mi salud no tardo en quebrantarse y una enfermedad de las más graves me tuvo clavado cinco meses en mi camastro. Permanecí mes y medio inconsciente preso de una fiebre que literalmente estuvo a punto de llevarme, y sin ninguna ayuda, tiritando o sudando, no tenía para humedecer los labios más que un cántaro de agua fría que me traía un prisionero" (...) "Por fin la fiebre me dio una tregua: y después desapareció por completo. Estaba salvo. ¡Pero a qué precio! me había quedado reducido, sino al estado de cadáver, al menos al estado de esqueleto" (...) "sentí verdadero miedo a la visión de mi rostro demacrado (...) mis cabellos empezaron a caerse, y lo hicieron tan copiosamente, que me creí amenazado por una calvicie completa..." Este trato, por orden de Saavedra, le causaría al Rey Orelie, una dolorosa muerte prematura.

Juicio contra el Rey Orelie

Enjuiciado por las autoridades chilenas, el Rey Orelie asumió su propia defensa y fue descartando una tras otra las querellas en su contra, imposibilitados de juzgarlo, pues las autoridades chilenas no encuentran cargos jurídicos, su caso pasaba de tribunal a tribunal, de la justicia Militar a la Ordinaria o civil para luego nuevamente pasar al tribunal Militar.

Querían deshacerse de él, su detención preventiva se había transformado en un clavo difícil de sacar, su libertad significaría un fallo adverso para el gobierno Chileno y para colmo, el caso, las circunstancias de su detención, además del trato carcelario comienzan a tener cierta resonancia en Francia. Declararlo loco era la solución, no solo evadían responsabilidad y su incompetencia jurídica para condenarlo de delitos fabricados, sino además respondía a sus fines propagandísticos. A pesar que los médicos Burke y Reymaud certificaron: "El acusado está en plena posesión de sus facultades mentales", las autoridades insisten declararlo insano, ordenan otro examen medico, pero esta vez ellos eligen los médicos, y éstos presionados no les queda otra opción que declararlo 'loco'. El Rey Orelie fue enviado a la Casa de Orates de Santiago, donde un 16 de octubre de 1862 es liberado y expulsado de Chile.

Los gobiernos de Chile y Argentina lo declararon persona no-grata y le prohibieron la entrada a ambos estados, sin embargo el Rey Orelie vuelve tres veces, después de todo los winka no tenían control del Wallmapu (nuestro territorio) ni de su gente y su presencia en las jurisdicciones mapuche era bienvenida. Sera encarcelado tres veces, implacablemente perseguido, ridiculizado y escarnecido no solo por sus enemigos, sino por sus propios compatriotas: "Sacrifico su vida, sus posesiones, todo lo que era sacrificable (...) A su grandeza solidaria, solo le respondió la ironía popular" -obra por ahí un documento- ¿Por qué? porque cometió la "locura" de romper una tradición euro-centrista, donde el desprecio, engaño, y la traición del blanco hacia el "indio" era la actitud normal. Si en un punto de nuestra geografía e historia americana, el Rey Orelie hubiese luchando junto al criollo latino por su independencia y libertad; por la entrega y valentía que solo él demostrara, habría integrado la larga lista de héroes, libertadores y padres de la patria, donde la procedencia extranjera no les fue nunca cuestionada.


Ref: Archivos Centro de Documentación Mapuche-Inglaterra
Boletín Aukiñ No 15
(Primer semestre 1989)
Comité Exterior Mapuche (Inglaterra)

 



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