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¿Nueva Estrategia de Represión?

Niños Mapuches son el Blanco de la Policía Chilena

Por Reynaldo Mariqueo – 17 de noviembre, 2011

Entre las 9 y las 10 de la mañana del día 5 de octubre de 2009, el niño mapuche entonces de 14 años Francisco Painevilo, perteneciente a la comunidad “José Jineo Ñanco” del sector Rofue, IX Región de la Araucanía, fue interceptado por un helicóptero que volaba a baja altura cuando se encontraba buscando yerbas medicinales en los pantanales del sector para el machi Fidel Tranamil, quien entonces se encontraba enfermo. Para sorpresa del niño, algunos policías descendieron del helicóptero y comenzaron a caminar en su dirección de una manera rápida y agresiva; esto hizo que Francisco comenzara a correr hacia un cerro ubicado en “Lonkoche” (una comunidad adyacente) donde fue alcanzado  tras haber sido herido en diversas partes del cuerpo por los balines que le dispararon.
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Imagen: Francisco Painevilo Maldonado en la ONU

Seguidamente la policía lo sometió a las más horribles torturas físicas y psicológicas que se ha registrado en los últimos años en el movimiento mapuche; el muchacho fue repetidamente sumergido en un estero de agua sucia hasta dejarlo semi-inconsciente, al mismo tiempo que le pegaban e insultaban con términos degradantes y racistas. Posteriormente fue subido al helicóptero donde se le siguió torturando hasta tal extremo que simularon arrojarlo al vacio si no se imputaba a sí mismo con ser uno de los participantes en la toma del fundo que entonces se realizaba en un lugar cercano a su comunidad. De este modo, con su ropa mojada y sucia por el barro del estero, fue atado de pies y manos, le colocaron un pasamontañas en su cabeza, piedras en sus bolsillos y una honda y fue bajado en el fundo “Santa Lucia“,  lugar donde comuneros desarrollaban una acción de recuperación de su territorio. Allí, frente a los periodistas y cámaras de televisión, la policía procedió a descubrir su rostro, responsabilizándole públicamente de ser uno de los comuneros participantes en la mencionada acción de protesta.

Posteriormente fue subido a una furgoneta para ser trasladado a la ciudad de Vilcun, ubicada a unos 40 Kilómetros de su comunidad, para constatar lesiones. El niño comenta que la furgoneta pasó primero al retén de Padre Las Casas (ubicado a escasos kilómetros de su comunidad) y posteriormente a otro de la ciudad de Temuco. También comenta que cuando finalmente llegaron al hospital de Vilcun, uno de los policía y el doctor de dicho hospital se saludaron como grandes amigos y el doctor lejos de prestar atención médica a las heridas cortantes y los perdigonazos que recibió en diversas partes del cuerpo, le dijo que “eran sólo rasguños” y que “eso te pasa por andar tomando fundos”.(1) Según el relato de Francisco, en el hospital de Vilcun no recibió atención médica y el doctor lejos de mostrar compasión o mostrar un mínimo de ética profesional lo reprendió sin ninguna consideración a pesar del estado físico y emocional en el que se encontraba.

Esta es la típica actitud que encontramos en muchos de los doctores chilenos en la región de la Araucania o Gulumapu, quienes además de la mala atención medica y los insultos racistas a los mapuches, actúan como informantes de la policía sobre los pacientes mapuches que acuden buscando atención médica o de aquellos que son internados en los hospitales como resultado de las heridas sufridas en acciones de protestas. Este vil comportamiento de parte de los profesionales de la medicina hace que muchos mapuches no acudan a los hospitales por temor a ser detenidos por la policía.

El joven Francisco fue nuevamente conducido a la comisaria de Padre Las Casas, lugar al que llegaron entre las 3 y las 4 de la tarde de ese mismo día. La policía de Padre Las Casas había negado repetidas veces a su familia, que lo buscaba desesperadamente por todas las comisarias de la ciudad, que el niño hubiese sido detenido por personal de dicha repartición policial. Cuando finalmente la policía admitió que el niño se encontraba detenido allí fue puesto en libertad, pudiendo la familia llevarlo al Hospital Regional de Temuco para constatar las lesiones y finalmente recibir verdadera atención médica.

Como hemos señalado anteriormente, el día de la detención de Francisco se realizaba una recuperación de tierra en el fundo Santa Lucia de Lonkoche, llevada a cabo por miembros de comunidades mapuches de Rofue, ubicada a unos 3 kilómetros del lugar donde Francisco se encontraba.  Es importante poner de manifiesto que las acciones de recuperación pacífica de tierras por los mapuches se realizan después de años de infructuosos trámites en los tribunales de justicia chileno, que lejos de ser ecuánimes, generalmente respaldan el robo de los usurpadores winka (chileno o extranjero), dejando a los comuneros mapuches sin otra opción que optar por recuperar sus tierras mediantes protestas de acción directas.

Como había de esperar, la crueldad de la policía chilena contra un menor conmovió a los defensores de los derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, motivo por el cual Francisco fue invitado, a tomar parte en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.  Allí, ante la comunidad internacional, el joven relató su testimonio, el cual conmovió a muchos de los participantes en dicho foro, dejando en un vergonzoso silencio a la diplomacia chilena, incapaz de explicar o desmentir el testimonio que pone en tela de juicio al Estado de Derecho de Chile.

Parte del testimonio leído en el Consejo de Derechos Humanos señala: “Fui perseguido desde un helicóptero policial mientras recibía impactos de perdigones en distintas partes del cuerpo, siendo alcanzado por la policía, amarrado de manos, sometido a vejaciones, insultos racistas, golpes y sumergido en un canal para luego ser secuestrado en helicóptero y trasladado hacia las inmediaciones del fundo Santa Lucia”.(2) Después de que Francisco finalizara su discurso, varios delegados se acercaron para obtener copia del mismo, y posteriormente, otros le saludaron con simpatía y palabras de aliento cuando pasaba por los corredores del Palacio de las Naciones.

A pesar de que Francisco no cometió ningún delito, la policía chilena le sigue intimidando cuando lo reconoce en la ciudad con objeto de, con toda seguridad, acallarlo e impedir que relate lo sucedido. La acción de intimidación de la policía, perteneciente a la 2ª Comisaria de Temuco, contra el joven mapuche siguió en marcha incluso cuando el niño iba a clases en el Liceo “Pablo Neruda” de Temuco. Un agente perteneciente a la policía montada de dicha repartición, le esperaba a la salida del colegio y lo acompañaba hasta el paradero de buses, durante el trayecto el policía conducía su caballo tan cerca de Francisco que la cara del caballo quedaba a escasos centímetros de su cara, en una clara acción de intimidación y humillación, todo esto en presencia del público y de sus compañeros de clase, insensibles frente al drama sufrido por el muchacho, sindicado ahora como un ‘terrorista peligroso’ por las autoridades y medios de comunicación chileno.

Como resultado el racismo de sus compañeros de clase y de sus profesores, del que el joven mapuche ya era objeto, se acentuó dramáticamente. A la burla por ser mapuche o “indio” se sumó la de ser “terrorista”. Francisco cuenta que en una ocasión llegó con retraso a clase, ya que debe viajar desde su comunidad rural a la ciudad y el transporte de buses de la región no es siempre puntual, con su voz entrecortada por la angustia me relató (en Ginebra) que su profesora de matemáticas le reprendió por llegar tarde en presencia de todo el curso, señalando: “¿y… por qué no te viniste en helicóptero?” Sobran palabras para repudiar la insensibilidad de esta maestra que no es la única en un sistema educacional que ignora la diversidad cultural en el país, que promueve el racismo y a la vez no es consciente de los problemas sociales y territoriales que afectan a los integrantes de las comunidades mapuches.

Los Efectos de la Represión Policial en los Niños Mapuche

En los últimos años numerosas organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación sobre las acciones de la policía que violan de manera flagrante la Convención sobre los Derechos del Niño y que como consecuencia numerosos niños mapuches sufren efectos físicos y psicológicos. Esta situación es particularmente grave en aquellas comunidades mapuches “en conflicto” tales como Temucuicui y aquellas situadas en el sector Makewe y Trapilwe entre otras; es decir, en todas aquellas comunidades que luchan por la restitución de sus tierras ancestrales.

Las acciones represivas de la policía militarizada han sido y están siendo denunciadas diariamente por las comunidades afectadas. El territorio de estas comunidades está militarizado como en los tiempos de la dictadura militar de Pinochet. A esto se suma el empleo de técnicas y leyes represivas introducidas durante dicho régimen militar; como la Ley Antiterrorista, a pesar de que el propio gobierno chileno prometió no utilizarla tras los sistemáticos llamados de la ONU y otros organismos internacionales. Estos organismos condenan su uso ya que no está justificado en la lucha pacífica de los mapuches por sus derechos territoriales, sociales y culturales.  Sin embargo, en la práctica esta ley se sigue aplicando; lo cual permite con ello los allanamientos, las condenas y las detenciones  indiscriminadas de dirigentes mapuches que de forma preventiva permanecen encarcelados por años.

No existe un estudio exhaustivo sobre los casos de niños que como resultado de la represión gubernamental sufren la interrupción de sus estudios escolares (como sucediera con Francisco) o problemas de salud física y psicológica. La niña Relmutray, cuyo caso ha sido ampliamente denunciado a nivel internacional, es sólo un ejemplo de los muchos problemas que deben hacer frente los niños mapuches. Relmutray sufrió una severa descompensación psicológica que la mantuvo hospitalizada largo tiempo bajo tratamiento médico en Ginebra. El problema de esta niña mapuche (hoy 13 años), causado por la represión policial a su familia y a su comunidad, se recrudeció al tener que confrontar la realidad de volver a su comunidad después de casi 3 años en el exilio, y por temor a “revivir nuevamente esa pesadilla”(3) que presenció cuando era pequeña.

Los excesos de la policía, la corrupción y los montajes orquestados por los latifundistas y la policía, se complementan con las artimañas utilizadas por los fiscales del Ministerio Público, que son los encargados de cursar las demandas contra los activistas mapuches.  Esto quedó –una vez más- al descubierto durante el “Juicio Mapuche de Cañete” a principios de este año, en el que para incriminar a líderes mapuches el Ministerio Público se valió de testigos “protegidos” que incluían entre ellos a personas anónimas pagadas u objetos de chantajes como fue el caso del joven de 17 años Rodrigo Viluñir, quien fue torturado y colgado de los pies boca abajo más de media hora en el puente del lago Lanalhue. Este simulacro de asesinato por parte de la policía fue realizado con objeto de mediante la intimidación y el terror el joven colaborara con la policía, en calidad de testigo anónimo, para incriminar a dirigentes mapuches de una comunidad adyacente a la suya. El joven mapuche con el apoyo moral de su familia y comunidad rehúso colaborar con la policía y quiso relatar su testimonio ante el tribunal chileno, quienes obviamente declinaron. En su testimonio sobre la acción de la policía, señala: “Ahí me dijeron ‘querí morir… vai a hablar o no’… llegó uno, sacó la escopeta y la cargó. Ahí me puse a llorar, ahí me torturaron. Después en Cañete me hicieron firmar hojas y yo les dije ¿puedo leerlas? No; me dijeron, tu no podí leer nada, te vay pa´ la casa altiro”. (4)

Es de suponer que estas técnicas de torturas y montajes en los que se valen de declaraciones de niños, que en cualquier país democrático con un Estado de Derecho, no sólo sería desechada sino condenada, obedecen a una política oficial del Ministerio Público. Esta complicidad gubernamental se refleja por la nula acción contra aquellos policías que abusan de su poder y la inexistencia de mecanismos legales destinados a reparar o compensar a las víctimas. Esto hace que la policía tenga carta blanca para torturar y cometer todo tipo de abusos y violencia contra la población mapuche. Las acciones criminales de la policía raramente son investigadas o sus perpetradores sancionados, lo que demuestra el racismo institucionalizado, endémico en el Estado de Derecho Chileno, el cual discrimina descaradamente en su administración de justicia a los ciudadanos mapuches frente a los chilenos.

Bibliografía:

  1. Entrevista a Francisco Painevilo Maldonado, durante el 18º Periodo de Sesiones del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Ginebra del 12 al 29 de Septiembre de 2011.

  2. Discurso de Francisco Painevilo Maldonado ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Ginebra del 12 al 29 de Septiembre de 2011.

  3. Relmutray vuelve al Wallmapu: Niña mapuche desgarrada por colisión de valores entre dos sociedades. Enlace Mapuche Internacional – 7 de Agosto, 2011.

  4. Movimiento Generación 80. El juicio Mapuche en Cañete pone a prueba el ''Estado de derecho'' en Chile. Por Michael Barbut - colaboración de jossé Venturelli. 21 de febrero, 2011.

 

 

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